Se llamaba Francisco Andrés Martínez Romero y se ganaba la vida haciendo malabares con un par de sables o esclavas en las esquinas de las calles del sur de nuestro país. El viernes último cayó muerto por una bala disparada por un carabinero en un procedimiento de control de identidad que se le fue de las manos a la policía. Su fallecimiento violento produjo indignación en la zona de Panguipulli, cuya municipalidad y principales oficinas públcias fueron incendidadas por un grupo de manifestantes enardecidos.
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Según una publicación de la «Asamblea de Artistas autoconvocadxs de Concepción», a Martínez también le decían «El Tíbet» y tenía 24 años.
«Era artista callejero circense, malabarista. Trabajaba hace 5 años en el semáforo en Panguipulli. Sabía que no había permiso pero necesitaba trabajar para llevarse algo a la boca, lo hizo a conciencia, reivindicando sus derechos», se lee en la misma presentación.
«Me llamo Francisco»
Según el alcalde de Panguipulli, Rodrgo Valdivia, el joven era parte de un grupo de mochileros que trataban de ganarse la vida en las calles de la localidad.
«Era una persona que vivía en la calle. No es (era) de Panguipulli. Nosotros lo tuvimos en un programa de acogida y de comedores solidarios, también le dimos alojamiento solidario durante un par de meses», contó Valdivia.
Asimismo, esta tarde, en el noticiario de Chilevisión, una hermana de la víctima reveló que «Pancho» era tío del joven que durante las protestas del estallido social, en octubre de 2020, cayó desde un puente del río Mapocho, tras ser perseguido por un funcionario del Gope.
También se conoció el testimonio de la técnico en enfermería que le brindó los primeros auxilios antes que falleciera en el trayecto al hospital. «Le tomé los signos vitales y lo único que dijo, sus últimas palabras, fue ‘Me llamo Francisco'».