La agencia fronteriza y de guardacostas de la Unión Europea se ve ahora bajo escrutinio y en el punto de mira. Frontex es la pieza central del amplio esfuerzo del bloque de 27 países para vigilar sus fronteras y a cualquiera que intente entrar sin autorización.
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En el Mar Egeo, cazas y barcos turcos han advertido a aeronaves de Frontex o intimidado a los barcos de la agencia que monitorean los movimientos migratorios en la estrecha franja entre Turquía y las islas orientales griegas.
Supuestamente, las tropas turcas también hicieron disparos de advertencia al aire en la frontera terrestre.
Y en el Parlamento Europeo se han presentado peticiones de que el director ejecutivo de la agencia Fabrice Leggeri, renuncie al cargo. Algunos legisladores reprueban su gestión de las acusaciones de que Frontex participó en violaciones de los derechos fundamentales de los migrantes.
Cuestionados por los derechos humanos
Grupos benéficos y medios de comunicación acusan a Frontex de negar a la gente su derecho a pedir asilo, lo que iría en contra de la ley de la UE y de los tratados sobre refugiados.
Dicen que también fue cómplice o no evitó supuestas devoluciones automáticas en el mar por parte de la guardia costera griega, en las que los migrantes fueron devueltos a aguas turcas.
La agencia aún no ha contratado a los 40 supervisores de derechos fundamentales que debía incorporar para diciembre.
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Una investigación no encontró lazos entre Frontex y las devoluciones en el Egeo. Pero el Parlamento ha formado un “grupo de escrutinio” para estudiar los reportes y las preocupaciones sobre derechos humanos. La oficina antifraude de la UE también investigando al organismo, así como acusaciones de conducta inapropiada por parte de miembros directivos.
Mientras crecen las críticas, también lo hacen las competencia de Frontex. Se espera que en los próximos años se convierta en una fuerza permanente con 10.000 efectivos, agentes armados y equipo de vigilancia de alta tecnología. Su presupuesto se ha disparado a 5.600 millones de euros (6.700 millones de dólares) para los próximos siete años.
En 2014, el año antes de que el desafío de la inmigración en la UE tocara techo, la agencia tenía un presupuesto anual de unos 100 millones de euros y tenía que solicitar personal fronterizo a los países miembros.
También su papel está creciendo. Cuando Gran Bretaña abandonó la UE hace unos meses, insistió en que fuera Frontex, en lugar de cuerpos de seguridad españoles, quien gestionara los controles de frontera en el aeropuerto en el territorio británico de Gibraltar.
Pero conforme crecen el poder y los deberes de Frontex, también lo hace la necesidad de supervisión.