El pasado viernes, las Universidades de Antofagasta, de Chile y Católica firmaron un convenio para generar centros de fabricación de vacunas, motivadas por la contigencia generada por la pandemia de coronavirus.
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De hecho, hay un proyecto en desarrollo de la Casa de Bello en el Parque Académico Laguna Carén, llamado Centro Productor de Vacunas y Productos Biológicos.
Pero cabe recordar que nuestro país tuvo una larga tradición en esta labor bajo el amparo del Estado, al punto de que hasta eran exportadas diversas inmunizaciones.
Este importante trabajo comenzó en Chile a fines del siglo XIX y terminó en 2002, cuando fue cerrado el Departamento de Producción de Vacunas, que dependía del Instituto de Salud Pública, ISP, por falta de inversión e implementación de nuevas tecnologías.
Durante esos más de cien años, el país produjo diez tipos de sueros y 29 vacunas de forma ininterrumpida. De las últimas, incluso un par fueron inventadas por investigadores del Instituto Bacteriológico (IB).
Era tal el valor que se le daba a esta tarea, que respecto de la vacuna antituberculosa en 1953 se invirtió en la construcción de un pabellón especial para elaborarla y varios profesionales fueron enviados al extranjero para que se capacitaran.
Más adelante en el tiempo, cabe resaltar la figura del bioquímico de la Universidad de Chile Pablo Valenzuela Valdés (Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2002 y padre de la cantante Francisca Valenzuela), quien en 1986 creó la vacuna contra la hepatitis B, con lo que se hizo conocido a nivel mundial.
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“Si hubiera seguido funcionando esa planta (del ISP), Chile contaría con la capacidad de producir una vacuna contra el covid-19. Bajo la actual visión, no es rentable invertir en esta tarea, pero no son consideradas las externalidades positivas: responder a necesidades sanitarias locales, impulsar la investigación científica y desarrollar de nuevas tecnologías”, dijo el director de Investigación y académico de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la Universidad San Sebastián, Patricio Oyarzún.
RAZONES PARA FABRICARLAS
Mucho se ha adelantado que tras la actual pandemia hay que estar alertas a la aparición de más enfermedades similares, como lo advirtió el académico de la UC y director del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia, IMII, Alexis Kalergis.
“Esta no será la primera ni la última pandemia. Lo que faltaría es que nuestro país invierta en generar capacidades para la manufactura y producción a gran escala de vacunas. Es un desafío importante, y con esta situación ha quedado en evidencia que se requiere urgente atención de las autoridades”, precisó el bioquímico y doctor en Microbiología e Inmunología, quien ha liderado las pruebas nacionales con la vacuna contra el coronavirus de la farmaceútica china Sinovac, que se aplica en Chile de forma masiva desde hace un mes y medio y de la que llegarán catorce millones de dosis.
Por su parte, la investigadora Paola Murgas, bioquímica del Centro de Biología Integrativa de la Universidad Mayor, puntualizó que “Chile debería volver cuanto antes al camino que transitó durante más de un siglo haciendo vacunas, pero falta el financiamiento. Tenemos gente muy apta, falta lo otro”.
La científica dio cuenta además de cierto grado de desencanto en su comunidad, pues muchos se preparan y estudian años para realizar labores como la fabricación de vacunas, pero no pudeden concretarlas por carencias económicas.
“Había muchas esperanzas en que el Ministerio de Ciencia aumentara el pobre 0,38% del PIB que se invierte en ciencia en Chile, que es nada. En Argentina es el 1,2%, y ellos van a hacer vacunas… Hay capacidada acá, como lo muestra el hecho de que el creador de la vacuna de la hepatitis B es chileno. Pero hay poco financiamiento y eso es penoso, pues la gente que se prepara se tiene que dedicar a otras cosas o se va al exterior”.
LAS VENTAJAS
El director del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello, Héctor Sánchez (arriba), no tiene dudas sobre los beneficios que tendría para el país volver a ser un fabricante de vacunas.
“Como es muy probable que haya más pandemias tras la del coronavirus, Chile necesitará generar productos para enfrentarlas con mayores certeza y seguridad. Además, contamos con la capacidad profesional para hacerlo. El mejor camino para concretar este proyecto es concretar acuerdos con países que ya tienen desarrolladas las tecnologías. Ahora hay mucho acercamiento con China, Estados Unidos y la Unión Europea por los ensayos de vacunas contra el covid-19 efectuados acá, y eso hay que aprovecharlo».
El especialista explicó que «este es un negocio de muy alto volumen, y dada nuestra escasa población al compararla con otros países de la región y lo que cuesta tener una fábrica, hay que apuntar a sumar mercados. Propondría firmar un convenio con varias naciones para fabricarlas acá en base a las ventajas que dan nuestros profesionales, y así generar un polo de desarrollo tecnológico interesante y un negocio rentable al vender, por ejemplo, a Perú, Bolivia, Paraguay y Ecuador».