Los dos hijos de Sergio Faria Coelho de Souza (77) esperan ser juzgados por los tribunales de Río de Janeiro. Los hermanos Sergio y Daniela y el marido de ésta última, Eduardo Piccoli, enfrentan una acusación por el asesinato del hombre. El caso tiene la singularidad que en un principio todos los acusados quisieron hacerlo pasar como un suicidio. Incluso con el pequeño detalles de que el fallecido tenía dos balazos en la cabeza y uno en el pecho.
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Según dio a conocer «Fantástico» en Río de Janeiro, el caso es así: el 13 de octubre de 2016 Sergio Faria Coelho de Souza (77), entonces viudo, recibió una llamada telefónica de su nueva pareja, Vera Lúcia de Castro Pinto. De acuerdo con la versión de los hijos y el yerno, lo que partió como una charla acabó en una discusión.
Esto llevó al hombre a encerrarse en su pieza y amenazar con que se quitaría la vida. El hijo le dijo a la policía que él le gritó que no le creía. Entonces se escuchó un balazo y su padre salió de la pieza con el pecho ensangrentado. Según el relato de ellos, entonces llamaron una ambulancia y mientras todos estaban esperándola en la calle, sintieron otros dos balazos.
La primera versión
Sin embargo, según explica el diario Extra, el primer indicio de la policía para dudar de esa historia fue el registro de las cámaras de seguridad que estaban en la calle. Estas muestran a los tres en la calle sin exhibir ningún sobresalto a la hora que se supone que se oyeron los dos disparos finales de que se dio el hombre. Y luego vino el segundo indicio hallado por los paramédicos: además del balazo en el pecho, el hombre tenía otros dos agujeros en la cabeza.
De acuerdo con las declaraciones del forense, era un caso de suicidio atípico: nunca había tenido uno con un tiro en el pecho y dos en la cabeza. El análisis de los disparos en la cabeza mostró que cada uno por si sólo era invalidante; es decir, después de efectuarlo, el hombre no había podido hacer el siguiente. Pero, increíblemente, ese no fue el fin de la historia.
Hijos pidieron exhumación
Los hermanos y el yerno pidieron años después la exhumación del cuerpo, porque querían demostrar que después de recibir el primer disparo en el cráneo su padre podía haberse disparado de nuevo en la misma zona. Su apuesta era demostrar cuál fue la trayectoria de las balas.
Para la fiscalía, el motivo del crimen fue una pelea por compartir los bienes de la esposa de Sergio, quien había fallecido tres años antes. Las investigaciones policiales reunieron elementos para demostrar que en el momento del delito existía un desacuerdo entre la víctima y sus hijos sobre el reparto de bienes. Este malentendido fue lo que motivó la animosidad.