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Fueron a fiestas clandestinas y ahora son obligados a barrer las veredas y mantener las plazas

La medida ha sido aplaudida por los vecinos, mientras que las autoridades de la localidad afirmaron que las fiestas clandestinas disminuyeron tras esta nueva forma de sanción

La localidad argentina de Río Tercero en Córdoba decidió una nueva forma de castigar a quienes asisten a fiestas clandestinas: realizar tareas comunitarias.

Según informa Clarín, las autoridades buscaban una manera de sancionar a los que no cumplían con las medidas sanitarias, pero que esta fuera visible y concientizadora.

De esta manera, el intendente Marcos Ferrer decidió que «quienes participen en fiestas clandestinas deberán pagar altas multas o realizar tareas comunitarias».

Dicha normativa se encontraba desde 2007 en el Código de Faltas Municipal, pero nunca se había aplicado, «por eso creemos que es el momento adecuado para llevarla a cabo y crear conciencia en los que no respetan las reglas y visibilizar una sanción para que los que lo miran desde afuera. Buscamos generar un golpe de efecto», expresó.

Las sanciones comenzaron a aplicarse desde mayo tras una fiesta en la que detuvieron a cerca de 50 personas. «El anuncio se hizo hace un mes y las sanciones empezaron a realizarse los primeros días de junio con la presencia de dos jóvenes en un vacunatorio, que colaboraron para ordenar filas, chequear turnos y datos», indicó.

Esta semana en tanto hay dos jóvenes pintando cunetas, plantando flores y recogiendo basura de la calle. En ese sentido, se precisó que las labores son en total tareas de entre 10 a 15 horas, dependiendo de la actividad y obligaciones que tengan el sancionado. A la persona se le llama hasta en tres ocasiones desde la oficina del Departamento de Recursos Humanos municipal y si no aparece, se le aplica inmediatamente una multa de 40 mil pesos argentinos.

 «Hasta ahora tanto los peatones como los conductores que los ven aplauden la medida. ‘¡Qué vayan a laburar!’, es el comentario más escuchado», dicen desde la municipalidad de Río Tercero.

«Los chicos se muestran culpables y arrepentidos y les da vergüenza la exposición ante los vecinos, saben que ese uniforme que tienen los identifica como los que asistieron a fiestas clandestinas. No es lo más agradable, pero están obligados, por eso insistimos con vehemencia en la toma de conciencia. Y desde que anunciamos estas medidas notamos una considerable baja en la organización de encuentros sociales prohibidos», remató Damián Monti, director de la oficina de Recursos Humanos del Municipio.

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