Los británicos lo recuerdan como la mayor jornada de espanto de las últimas décadas. Fue el atentado fatal del 7J.
PUBLICIDAD
El 7 de julio de 2005, Londres sufrió un ataque terrorista en cadena que causó 38 muertos y cerca de 700 heridos, 45 de ellos de gravedad.
Fue un atentado inspirado en el que asoló Madrid el 11 de marzo de 2004 y planeado para hacer daño tanto humano como político.
Tres jóvenes británicos de ascendencia pakistaní hicieron estallar sus mochilas, cargadas de explosivos, en tres líneas diferentes de la red de transportes.
Una hora más tarde, un cuarto atacante detona su mochila en un autobús.
Las explosiones paralizaron el sistema de transporte público de Londres en plena hora peak, sumiendo a la ciudad en un caos.
En ese día aciago, se inauguraba en el Reino Unido una nueva Cumbre del G8 y, el día anterior, Londres había sido elegida sede de los Juegos Olímpicos 2012.
PUBLICIDAD
Además. dos días antes se iniciaba el juicio al imán fundamentalista Abu Hamzá, acusado de planificar y ejecutar varios actos de terrorismo.
Tras el atentado, la ciudad del caos y el horror
La primera explosión fue en el túnel que une las estaciones de Aldgate East y Liverpool Street, la segunda en las de King’s Cross y Russell Square.
Y el tercer ataque se produjo en la estación de Egdware Road.
Poco después, un sitio web de Al Qaeda asumía la responsabilidad de los atentados. Allí aseguraban que los atentados fueron una respuesta a la participación británica en la invasión Iraq en el 2003 y a la de Afganistán por parte de Estados Unidos.
La ciudad vivió los atentados con estupor, sin transporte ni telefonía móvil.
Fiona Trueman, conductora de la cadena Sky News, lo definió como “un sueño surrealista. Horroroso, una película de desastres”.
Sin embargo, Londres ya sabía que iba a padecer un atentado.
El entonces jefe de la Scotland Yard, sir John Stevens, declaró en marzo de 2004 que esa violencia era algo “inevitable” y se aconsejaba a los londinenses vivir siempre “alertas, pero no alarmados”.