Un obrero de 39 años, identificado como Dixon, fue despedido de una constructora en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, en donde trabajó por dos años y en donde sufrió un accidente laboral que terminó con la amputación de su pie izquierdo.
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Según informa el diario El Universo, el hombre ingresó a trabajar al lugar en julio de 2019, en donde solamente le preguntaron si tenía botas de caucho, a lo que respondió afirmativamente.
«No me explicaron nada, no me dieron las charlas de inducción que me habían dado en otros trabajos. En otras empresas me tienen un día entero mostrando los riesgos que podemos tener, pero acá nada», expresó.
En su tercer día de trabajo, le dieron un turno en la noche, con una tarea en específico. «Me dejaron solo y le dije a mi supervisor que no sabía manejar los puentes grúa que se usan para mover las vigas, y me respondió que no sabía cómo haría, que pidiera ayuda, pero que al otro día necesitaba esas vigas listas», afirmó.
En ese marco, le pidió a un compañero ayuda para pulir las vigas, pero en medio de la maniobra las cadenas se enredaron y una viga de dos toneladas cayó sobre su pie.
Fue trasladado a un hospital, pero ahí ocurrió un nuevo problema: no aparecía registrado en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. «No aparecía registrado como afiliado al IESS pese a que supuestamente debía estarlo, pero aún no constaba», señaló.
Luego de veinte días en cama, su pie izquierdo comenzó a teñirse de negro, informándole que lo iban a amputar desde diez centímetros debajo de la rodilla.
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Ante esto, el trabajador pidió a la empresa que lo derivaran a otro lugar, llegando a la clínica Keneddy, en donde los médicos le dijeron que llegó demasiado tarde y que le tenían que amputar el pie.
«Que si hubiera llegado directamente sí le salvaban el pie, pero que había pasado mucho tiempo y que debían cortar a la altura del empeine. Desde entonces ya no tengo un pie. Para estar erguido me sostengo del talón, no puedo acuclillarme porque me voy para delante y no camino bien», relató Dixon.
Luego de ocho meses de tratamiento, pudo volver a su trabajo, siendo derivado al área de mantenimiento eléctrico. Sin embargo, a los pocos días comenzó el confinamiento por la pandemia en marzo de 2020, siendo suspendido de sus labores.
Y tras cuatro meses en suspensión, volvió a la constructora, pero finalmente fue despedido, el pasado 30 de julio.
«Lo peor es que me dijeron que la indemnización iba a demorar porque no hay dinero, que espere, que me llamaban cuando ya tengan mi liquidación», remató el obrero.