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Esperó a su esposa con una silla vacía fuera del hospital hasta que su mujer murió de covid-19

Jarcedi Hahn mantuvo un ritual que a diario realizaba con su esposa, esperanzado en una recuperación al covid-19 que nunca llegó.

Jarcedi Hahn, un empresario brasileño, esperó sagradamente por cerca de un mes con una silla vacía a su esposa en el césped del Hospital Metropolitano de Cuiabá, quien desde el 11 de julio estuvo internada en el recinto por covid-19, enfermedad que finalmente le quitó la vida este miércoles.

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La conmovedora historia fue ampliamente difundida por los medios brasileños, quienes dieron cuenta del fatal desenlace para Cristiane Fagundes (42 años) y el ritual que por varios días realizó su marido.

Cristiane se infectó del virus hace más de un mes y por ello debió ser trasladada de urgencia al hospital, donde incluso tuvo que ser intubada. La semana pasada había mostrado signos de mejoría, que incluso llevaron a los funcionarios de salud del recinto a retirarle el tubo, sin embargo, nuevamente presentó problemas respiratorios esta semana que obligaron a intubarla hasta el pasado miércoles, cuando su cuerpo sucumbió ante el virus.

Hahn estuvo todos los días esperando en el jardín del hospital por el alta de Cristiane.

Un ritual que pudo más que el covid-19

Antes de su muerte, el esposo de Fagundes relató a la red Globo la razón de porque esperó a que le dieran el alta junto con una silla vacía en el césped del hospital.

«Todas las mañanas nos levantábamos temprano antes de trabajar y hacíamos algunas tareas del hogar y nos sentábamos a tomar un chimarrão (mate), a hablar del día, lo que se haría, planeábamos algunas cosas y esta silla es para representar eso», contó Hahn, quien esta semana debía recibir su primera dosis de la vacuna contra el covid-19, pero que por su permanencia en el recinto debió ser inoculado en el hospital luego que el Ayuntamiento de Sapezal aprobara su vacunación en dicho lugar.

«Es una forma de recordarla, siento que está aquí. Voy a dejar la silla vacía hasta el día en que ella venga y volver a sentarme aquí para tomar un chimarrão», había asegurado el hombre, quien el día en que su mujer falleció seguía esperándola sentado en el jardín del hospital.

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