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La policía de alto rango en Afganistán huye por su vida del talibán: fue golpeada y apedreada

Gulafroz Ebtekar, de 34 años, fue a varias embajadas en Kabul, pero nadie la ayudó. Ahora huye en medio de la clandestinidad.

ebtekar
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Gulafroz Ebtekar, de 34 años, era uno de los ejemplos para las mujeres en Afganistán. Rompía tradiciones y luchaba por la igualdad entre los sexos desde su alto cargo en la policía afgana. Hoy huye y lucha por su vida en la clandestinidad.

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Ebtekar era el modelo a seguir por muchas, pero la historia cambió con la llegada del talibán, donde su ejemplo es considerado peligroso para las reglas medievales del grupo fundamentalista.

La mujer causó revuelo cuando se graduó de la academia de policías `y luego fue nombrada jefa adjunta de investigaciones penales en el Ministerio del Interior.

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Cuando cayó Kabul en manos de los radicales, Ebtekar se dirigió al aeropuerto para tratar de escapar. Pero en los alrededores de la terminal fue identificada por una patrulla Talibán.

La mujer fue brutalmente golpeada y apedreada. Pese a esto, logró escabullirse entre la multitud y hoy está en la clandestinidad.

Hay informaciones de que Ebtekar visitó varias embajadas de países occidentales, incluida la de Estados Unidos, para recibir ayuda. Pero en todas le cerraron las puertas.

Según informa el Daily Mail, el paradero actual de la policía es desconocido, pues está en la clandestinidad, para tratar de escapar de un fusilamiento seguro.

Sus palabras

Lo último que se supo de ella fueron mensajes en que relató sus intentos por salir de Afganistán.

«Envié mensajes a las embajadas de muchos países para salvarme y a mi familia, pero todo fue en vano», narró. También contó que pasó cinco noches en las afueras del aeropuerto, pero sin suerte.

Ebtekar recordó que «me convertí en Subjefa de Investigaciones Criminales del Ministerio del Interior de Afganistán. Hablé en televisión, hablé en las redes sociales, luché contra el extremismo, el terrorismo, defendí los derechos de las mujeres y los niños y creí en lo mejor para nuestro país».

La mujer de 34 años agregó que «después de mí, unas 4.000 mujeres afganas ingresaron a las universidades policiales. No tengo miedo de hablar abiertamente, porque no me queda nada».

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