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- Gerente general de Fundación Portas
¿Alguna vez leyó o escuchó hablar sobre la parábola de los talentos? Para los que no la conocen o nunca la comprendieron, me gustaría unir el mensaje de esta lectura a un tema del cual se habló mucho durante 2016: la educación.
Cada persona tiene diferentes talentos y estos están exactamente bien repartidos y de manera equitativa en todas las clases sociales, en todas las razas y culturas. ¿Pero qué pasa cuando estos talentos no logran salir a la luz y desarrollarse porque se carece de recursos económicos u oportunidades?
En el ranking Talento Mundial 2016, Chile obtuvo un buen lugar (27) en el ítem que tiene relación con atraer a profesionales extranjeros altamente calificados. Sin embargo, cuando se le calificó por la inversión y desarrollo de profesionales locales, bajó al 58°. Y no es para extrañarse, ya que el área que se evaluó analizó directamente el tamaño de la inversión pública en educación y la calidad de ésta.
Este resultado es otro reflejo de cómo en Chile faltan oportunidades y recursos para invertir en jóvenes talentosos, para que logren ingresar a la educación superior y cumplir el sueño de titularse y convertirse en el primer profesional de su familia.
Hace unas semanas, miles de jóvenes chilenos talentosos esperaron con nerviosismo y ansiedad los resultados de la PSU, ya que es uno de los eventos más importantes en la vida de un estudiante; lograr un buen puntaje para ingresar a la educación terciaria. Un gran porcentaje de estos jóvenes ven llegar a la educación superior como un logro para finalmente superar la pobreza de su entorno y la de sus generaciones futuras.
Pero una vez más los resultados reflejaron una triste e irritante realidad: que la segregación escolar genera grandes desigualdades al minuto de querer acceder a la educación superior.
Varios estudios y análisis de los puntajes este año demostraron que factores socioeconómicos, como el ingreso de los padres y tipo de establecimiento escolar, entre otros, explican el 50% de los resultados que obtienen los jóvenes cuando rinden esta prueba.
Entonces se podría decir que el acceso a la educación superior de la mitad de los futuros estudiantes chilenos está determinado por variables que no dependen de ellos y no reflejan en nada sus talentos y potencialidades.
Esta cifra revela que aún hay mucho por hacer en materia educacional en Chile, y las ganas de revertir esta situación y construir una sociedad más justa es lo que nos moviliza en Fundación Portas. Nosotros trabajamos con jóvenes que estudian en la educación superior, provenientes de contextos vulnerados, para que construyan un proyecto de vida integral donde desplieguen todos sus talentos.
Chile, que se enfrenta a desafíos cada vez más competitivos de un mundo globalizado, necesita a estos futuros profesionales para que contribuyan al desarrollo del país, pero para eso se les debe garantizar la posibilidad de acceder a las mismas oportunidades de calidad educacional para que desarrollen sus potencialidades y talentos.
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