- Analista internacional
En Holanda se anuncia una victoria electoral del nacionalismo ultraderechista. Geert Wilders, motejado por la prensa como el Donald Trump holandés, podría obtener la primera mayoría en las elecciones del 15 de marzo. Así como Trump las ha emprendido contra los mexicanos, Wilders lo hace contra los inmigrantes marroquíes. Las encuestas señalan que el Partido de la Libertad podría alcanzar el 31 por ciento de los votos y lograr 36 de 150 escaños parlamentarios.
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Wilders ha ganado popularidad con la promesa de imponer estrictos controles fronterizos para frenar la inmigración, cerrar mezquitas e iniciar un proceso de deportaciones de inmigrantes que rechazan los valores nacionales o cometen delitos. Por estos valores alude a la condición cristiana del país y su carácter blanco dominante. El año pasado Wilders fue condenado por la justicia bajo el cargo de discriminación. Ello por sugerir que expulsaría a los marroquíes del país. La condena no hizo más que incrementar la simpatía pública por su postura.
Los holandeses tienen reputación de ser un pueblo tolerante. En ese sentido Wilders, a diferencia de Trump, se erige como un defensor de valores liberales.
Ello frente a lo que estima es la amenaza del Islam expresada en la ley islámica conocida como la sharia. Denuncia que ella oprime a las mujeres y castiga la homosexualidad. También defiende la legalización de ciertas drogas.
Uno de los puntos con menos respaldo de su plataforma es la propuesta de retirar a Holanda de la Unión Europea (UE). El país fue uno los seis estados fundadores de la UE en 1993. El “Brexit”, la salida de Gran Bretaña de la UE, ha sido una inyección a la vena para quienes creen que el país perdió derechos soberanos frente a Bruselas, la sede la UE, pero en realidad piensan en el poderío de Alemania. Como en otros países europeos las empresas requerían mano de obra en los años 60 y 70 y atrajeron inmigrantes, principalmente de Marruecos y Turquía. En la actualidad alrededor del diez por ciento de la población es de origen o descendiente de inmigrantes.
Aún si Wilders obtiene buenos resultados el mes entrante es improbable que pueda conformar un gobierno en el fragmentado espectro político del país. Cerca de una treintena de partidos compiten y ello los obliga a pactar en un sistema de alianzas. Todos los grandes partidos advierten que no están dispuestos a gobernar con la extrema derecha xenófoba. Pero tras el “Brexit” y la victoria de Trump nada queda descartado. En todo caso el auge de una sólida votación de Wilders apoyaría al facistoide y antieuropeo Frente Nacional francés encabezado por Marine Le Pen. En mayo Francia tendrá la segunda vuelta electoral para elegir al próximo gobierno galo. Si ganase Le Pen, que ha prometido abandonar la UE, la Unión quedaría en una situación de extrema precariedad. Durante mucho tiempo han primado los criterios económicos para gobernar los países. Pero está visto que la última palabra proviene de la política. Esto a través de la voz de la ciudadanía expresada en las urnas.
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