Opinión

Israel condena a militar por un asesinato

  1. Analista internacional

Un par de palestinos atacaron e hirieron con arma blanca a un soldado israelí en Hebrón, en marzo del año pasado. Uno de los agresores, Abdel Fattah al-Sharif, fue alcanzado por disparos y yacía inconsciente en la calle. Al lugar arribó el sargento israelí Elor Azaria, quien tras algunos minutos disparó a la cabeza del hombre que, según lo señalaron testigos, no representaba peligro alguno.

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Un tribunal militar viene de sentenciar a Azaria a 18 meses de prisión. Es la pena mínima, pero es la primera condena a un uniformado israelí por matar a un palestino en los últimos doce años. En Israel y los territorios ocupados abundan los incidentes confusos. En el último año y medio han muerto 244 palestinos, algunos de ellos manifestantes desarmados o meros espectadores. Por su parte, 36 israelíes han perecido en su mayoría acuchillados o baleados por atacantes palestinos.

El juicio dividió profundamente a la sociedad israelí.

Una mayoría, un 65 por ciento, se manifestó a favor de liberar a Azaria. También en las fuerzas armadas hubo simpatías por el hechor. Las más altas autoridades militares, en cambio, exigieron que el sargento fuese castigado por violar el código de procedimientos y tomar la justicia en sus manos.

El alto mando sabe que si se toleran semejantes quiebres disciplinarios no será más que el comienzo de abusos mayores. Quizás más preocupante es la reacción masiva de civiles que consideran aceptable las ejecuciones sumarias. Es una señal de descomposición social.

En todo caso, Israel no es la excepción. También en Estados Unidos durante la guerra de Vietnam se apreciaron mayorías dispuestas a respaldar masacres como la ocurrida en la aldea My Lai en el entonces Vietnam del Sur. Allí, en marzo de 1968, llegaron tropas del ejército norteamericano.

El comandante de pelotón William Calley mandó a congregar a todos los habitantes del caserío. Una vez agrupados ordenó abrir fuego. Se estima que fueron ultimadas unas 500 personas incluidos mujeres y niños. Tras años de ocultamiento, Calley fue el único en ser juzgado. Recibió una condena de la cual solo sirvió algunos meses. Qué pensaban sus compatriotas de su proceder: una encuesta de la empresa Gallup mostró que 9 por ciento de los encuestados aprobaba su juzgamiento, mientras que casi 80 por ciento lo rechazaba.

No es necesario ir tan lejos para encontrar respaldo a conductas aberrantes. Ocurrió en muchos países latinoamericanos y también en Chile. Las justificaciones son similares: estamos en guerra, hay que combatir el fuego con fuego, son ellos o nosotros. En situaciones de conflicto el miedo, el afán de venganza y los pactos de sangre generan una ideología proclive al exterminio del enemigo. En esas circunstancias, las autoridades, en especial el poder judicial, tienen una responsabilidad mayúscula. Por ello la condena del tribunal militar israelí, aunque leve, es una clara señal que, incluso en situaciones límites, cada cual debe responder por sus actos.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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