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Saciando al niño interno, a los 30 años nuevamente caí: Nintendo me convenció, como a cientos de personas, de comprar su nueva “consola dual”. El truco del Nintendo Switch es tener el tamaño suficiente para ser portable, pero a la vez contar con una base para lograr que sus imágenes pasen de los 720p a los 1.080p conectada a un televisor. El juego es caro: si quieres tener la experiencia que vale por ahora, se acerca a los 400 mil pesos, al no incluir un juego.
Ya algunos celulares con juegos y la interacción entre YouTube y los aparatos móviles adelantaban que era posible esta experiencia. El Switch cruza el límite y apuesta a los consumidores avezados, acostumbrados a ver Netflix en el gimnasio, a divertirse observando la gran cantidad de franquicias de la compañía. Por supuesto, ahora en un modo de exploración con más colores y diseños de avanzada que en las versiones anteriores, que ya es lo clásico que Nintendo nos tiene acostumbrados.
El fracaso de la WiiU era provocado no por su calidad de imagen (que era un salto), sino por ser lo mismo de antes, pero con una tablet. No poseía novedad alguna a los consumidores que se habían impactado con la primera consola que invitaba a moverse. La tablet era una buena idea, pero al alejarse de la consola se desconectaba y era frustrante tener que cargar siempre todo. Aquí, el cerebro es la tablet. Una con un look bien tradicional (como que uno siente que sin la mística Nintendo, es una más de calidad media). Pero al combinarse con la filosofía clásica de la compañía de Kioto y con un catálogo de lanzamiento brutal al ser partner de “Zelda”, genera un upgrade enorme. Por lo demás la “carga centralizada” y no dependiente de pilas de esta consola representa un avance más que interesante. Ya estaba aburrido de ir a comprar cada cierto tiempo al supermercado pilas sólo para los juegos y el control remoto. Esto plantea en ese sentido una evolución.
Hablemos un poco de “Zelda”, que es por ahora el gran valor de la consola: es cierto, es uno de los mejores juegos de la historia. Posee una dificultad que no lo vuelve insoportable como algunos juegos de disparo en HD que últimamente parecen sólo masacre y cero historia. Y tiene, además, ese espíritu que mezcla ajedrez, rol y experiencia que tienen los “Zelda” anteriores, pero en un mundo más grande y desafiante. Ahora, combinando recetas de cosas que recoges y observando lo que sucede alrededor con cuadros de enorme belleza.
En el nuevo “Zelda” despiertas 100 años después de una guerra. Y las preguntas y situaciones se van resolviendo en cuanto tomes el camino tradicional para ir encontrando nuevos elementos e historias que te van guiando. Es un relato maravilloso y de gran calidad.
Es una lástima que la consola no traiga un juego de lanzamiento. Eso es probablemente lo peor, hasta el momento junto con la falta de alternativas al “Zelda”. Pero sin duda, estamos frente a una evolución de juego que dará que hablar.
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