- Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista de Radio Zero
Es una de las nuevas tendencias cinematográficas de los últimos años, y esta semana se da la coincidencia de que se estrenan al mismo tiempo dos adaptaciones de conocidas películas animadas que llegan ahora en versiones con actores reales.
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Primero, la publicitada «La Bella y la Bestia» con la que Disney insiste en su última moda, recrear algunos de sus grandes clásicos, en este caso la elogiada y exitosa cinta inspirada en el célebre cuento, que en 1992 se convirtió en el primer largometraje animado nominado al Oscar a la mejor película.
En términos estrictamente artísticos, estas adaptaciones han sabido de decepciones -«Maléfica»- y gratas sorpresas -«El libro de la selva»-, pero en general intentan aportar alguna novedad que no sólo conquiste nuevas generaciones, sino que además cautive a los admiradores de las originales.
En este caso, no hay demasiadas innovaciones, más aún considerando que además de la entrega Disney ya existen otras adaptaciones fílmicas de esta historia. La dirección de arte, decorados y vestuario son espléndidos, los actores cumplen adecuadamente -aunque los ilustres secundarios que interpretan a los objetos no están suficientemente aprovechados- y la música sigue siendo irresistible -incluyendo algunas nuevas canciones-, pero el realizador Bill Condon («El quinto poder») ya demostró en «Dreamgirls» que no es particularmente inspirado o creativo como director de musicales.
El filme es demasiado respetuoso con su fuente, y ni siquiera llega a su misma altura, aunque igual sigue siendo un «bonito» y encantador entretenimiento familiar.
Surgida a partir de una producción que se ha convertido en película de culto y emblema de la animación japonesa desde su estreno en 1995, «Ghost in the Shell» -basada a su vez en el manga de Masamune Shirow creado en 1989-, la otra adaptación de la semana es «La vigilante del futuro», dirigida por el británico Rupert Sanders («Blancanieves y el cazador»). También cuenta con un atractivo elenco y una notable ambientación futurista -mezcla de «Blade Runner» y «Matrix»-, tiene buenos efectos especiales y logra incorporar nuevos matices en el argumento y sus personajes. Sin traicionar al original en lo estético y conceptual, al menos intenta algo distinto.
«El Cordero»
La religión, la culpa, la violencia que puede surgir en cualquier momento en medio de la cotidianidad y la fragilidad de las relaciones familiares, son algunos de los temas que aborda esta interesante nueva película chilena, ópera prima del director Juan Francisco Olea. Los alcances morales y sicológicos están muy bien reflejados por las buenas interpretaciones de su sólido elenco, encabezado por Daniel Muñoz en una de sus mejores actuaciones. Y aunque quizá les falta desarrollar y profundizar aún más en los personajes, sus motivaciones y las situaciones en las que se ven envueltos, tanto el guion de Nicolás Wellmann como la puesta en escena de Olea conforman una lograda exploración en terrenos que el cine local no aborda a menudo, en particular por su mezcla de drama y suspenso con eficaces toques de humor negro. Un prometedor debut.
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