Opinión

Antropólogos

  1. Diletante

Conocido es el refrán: “La realidad supera la ficción”. Los guionistas de oficio apelan a esta fórmula para explicarnos que sus ocurrencias no son tan disparatadas. Esto cobra mayor interés cuando la ficción proviene de la ciencia. Lo hemos visto en peliculas visionarias, tales como “2001, Odisea del espacio”, “Terminator”, “Blade Runner”.

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En una civilización del futuro que había perdido todo registro de la raza humana previa a la tercera guerra mundial, hecho que habría motivado un congreso internacional a fines del siglo XXI, unos miles de años después, los humanos habrían reducido su tamaño a 25 centímetros de promedio. Los congresistas habían llegado a la conclusión de que era necesario e imprescindible decretar la disminución del tamaño de la especie para poder conservarla debido a las necesidades energéticas y a la escasez a la que se había llegado al punto, debido al cambio climático.

Una noche, un antropólogo organiza una fiesta con sus colegas para demostrarles, mediante un documento hallado recientemente, que la raza humana previa al colapso era genéticamente significativamente más grande, de poco más de metro y medio de altura en promedio. Nuestro anfitrión, parado sobre el papiro, pues éste era de tamaño de oficio, superándole ampliamente en magnitud, argumentaba fervorosamente en favor de su hallazgo.

El pobre era más pequeño que sus congéneres: medía unos 22 centímetros, y ya avanzada la noche, con las copas causando estragos en la fiesta, el espíritu burlón de sus amigos había zanjado la cuestión, llegando a la conclusión de que el documento estaba falsificado, y atribuyendo la pasión con que el protagonista defendía sus tesis a su complejo de inferioridad debido a su baja estatura.

La historia, de factura muy superior a la de este modesto resumen, está escrita por nuestro premio nacional Enrique Araya (1912-1994), aparecida en “La tarjeta de Dios” en 1974.

¿¡A quién se le ocurre pensar que la altura de un ser humano afecta negativamente el cambio climático!?… Grande sería mi sorpresa al navegar, cuando fui a dar con una entrevista a un prestigioso filósofo, Matthew Liao, director del Centro de Bioética de la Universidad de Nueva York.

Liao plantea literalmente lo mismo que el ficticio congreso había decretado en el cuento de Araya. Llega a sostener que en un futuro se podría dar la opción a las familias de elegir entre tener un hijo alto o dos pequeños. Nos explica que un adulto 15 centímetros más alto que otro consumiría un 15 % más de energía durante su existencia, agudizando críticamente la evolución del cambio climático.

La tecnología para la modificación biomédica, sigue, está disponible. Habría que recurrir al diagnóstico genético preimplantocional para llevar a cabo esta sorprendente “ingeniería humana”, hoy utilizado por clínicas de fertilidad para evaluar embriones.

Ciertamente esta encantadora coincidencia me ha dejado perplejo. Como van las cosas, quizá habrá que irse haciendo a la idea de irnos “enanizando” tal como premonitoriamente había fantaseado Araya.

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