- Profesora
Venezuela vive días de angustia, miedo y extrema violencia. Arrinconado por la crisis económica y el mayoritario rechazo de los venezolanos, el gobierno de Nicolás Maduro ha devenido en dictadura en un desesperado intento por aferrarse al poder a cualquier precio. La primera señal de este drástico giro institucional ocurrió a fines de 2016 cuando el gobierno chavista decidió no respetar su propia Constitución ignorando las casi 2 millones de firmas que presentó la oposición para efectuar ese año un referendo revocatorio.
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A la aguda crisis humanitaria producida por el desabastecimiento crónico de remedios y alimentos básicos se suma el mantenimiento de más de un centenar de presos políticos, entre los cuales se encuentra el líder opositor Leopoldo López, recluido hace más de 3 años; además de la constante censura a la prensa, el cierre forzado de diversos medios de prensa, el último de los cuales fue el Canal CNN en español, y la expulsión de numerosos periodistas, entre ellos el chileno Patricio Nunes, de Canal 13.
El paso definitivo hacia la dictadura tuvo lugar a comienzos de este mes cuando el Tribunal Supremo de Justicia, máximo órgano del poder judicial y proclive al chavismo, decidió dar un golpe de Estado al poder legislativo, arrebatándole sus atribuciones a la Asamblea Nacional y declarando “nulas” sus decisiones. La razón de esta medida obedece a que en las últimas elecciones parlamentarias, la oposición venezolana superó ampliamente al chavismo. Es así como de los 167 diputados que integran la Asamblea Nacional, 112 son opositores a la dictadura de Maduro.
El golpe de estado chavista puso fin a la separación de poderes en Venezuela y provocó la inmediata indignación de cientos de miles de venezolanos quienes salieron a las calles a exigir al gobierno de Maduro el cumplimiento de la Constitución, la realización de elecciones democráticas generales, el respeto a las libertades y derechos humanos y la apertura de un canal humanitario internacional que permita la llegada de los medicamentos y alimentos que escasean en Venezuela. La respuesta del gobierno fue reprimir brutalmente las manifestaciones pacíficas junto con detener a cientos de personas.
En medio de las movilizaciones ciudadanas y la acción policial, dos jóvenes fueron asesinados en las calles y otros tantos han perdido la vida en confusas circunstancias. Por ello, Chile junto con otros diez países latinoamericanos declararon que “resulta imperativo que Venezuela retome la senda de la institucionalidad democrática y que su gobierno fije las fechas para el cumplimiento del cronograma electoral, libere a los presos políticos y garantice la separación de poderes constitucionales”.
Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA también expresó “su extrema preocupación por hechos de violencia que han ocurrido en Venezuela en las últimas semanas en contextos de manifestaciones y que cobraron la vida de por lo menos cinco manifestantes, decenas de heridos, denuncias sobre torturas y cientos de personas detenidas”.
Los chilenos sufrimos en el pasado lo que hoy viven los venezolanos: la ruptura del estado de derecho, la pérdida de libertades y la violación a los derechos humanos. Muchos chilenos encontraron en Venezuela refugio y las oportunidades de trabajo que no brindaba nuestro país. Hoy nos corresponde a los chilenos expresar nuestra solidaridad con el pueblo venezolano, acogiéndolos en nuestra patria y exigiendo el fin de la dictadura de Maduro, el regreso de la democracia y de las libertades esenciales y el respeto irrestricto a los derechos humanos.
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