- Sacerdote. Twitter: @hugotagle
La extrema pobreza se puede erradicar. No es una fatalidad que haya que cargar como una maldición inamovible. La falta de educación también. En eso he pensado al saber que 80 mil niños no han entrado nunca o se han salido del sistema escolar en Chile. Es una cifra desconocida, silenciosa, que nos debe avergonzar, sobre todo por el afán de cambiar la educación sin pensar en ellos. La solución de la educación no pasa por la gratuidad de la educación superior. Pasa por mejorar la educación primaria y preescolar.
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Hace una semana, el Hogar de Cristo y Adimark realizaron una encuesta en que preguntaban ¿qué entienden los chilenos por pobreza? Entre otros resultados sobresale lo siguiente: pobreza es no tener accesos a salud, vivienda y educación. Y ante la pregunta ¿cuál es para ti la herramienta más efectiva para combatir la pobreza? La mayoría de las respuestas corresponde a la educación (49%), igualdad de oportunidades (16%), visibilizar el problema de la pobreza y dejar de esconderlo debajo de la alfombra (10%). O sea, destaca la educación muy por sobre los otros puntos como factor relevante para salir de una situación de pobreza.
Y se puede leer de ello que la pobreza no es una desgracia inalterable, sino que se puede vencer. En efecto, entre más herramientas para la vida que adquiramos, tanto mayores son las posibilidades de una vida más digna y feliz.
Ante la pregunta de ¿quién debe ocuparse de los pobres en Chile? un 54% mencionó al Estado y el 52% a todos los chilenos, seguidos muy atrás por respuestas como fundaciones, iglesia y los ricos.
Es un problema de todos, como sociedad, cuya solución requiere de eficientes, prontas y sabias políticas públicas. Lo que pueda hacer la Iglesia, las fundaciones, es paliativo, pero nunca definitivo.
Y, lo más interesante, ante la pregunta ¿qué vuelve pobre a una persona? los cerca de mil consultados respondieron mayoritariamente que la falta de educación (58%) y la falta de oportunidades (58%) son las principales razones, dejando en un muy bajo tercer lugar a la flojera (18%). La pobreza no puede ser un estado permanente, una especie de costo asociado a la modernidad. Nada de eso. Es una fatalidad, sobre todo cuando se trata de niños que no tienen la culpa de dónde ni cómo nacieron. Es tarea de todos superarla, vencerla, ofrecerles las oportunidades para una vida digna.
Bueno fue preguntar en la encuesta ¿qué crees que sienten las personas cuando se encuentran con alguien pobre? Un 48% indicó que no discrimina a la gente pobre. Algo positivo, aunque preocupante a la vez, ya que ante eso hay un 52% que «no sabe» o se muestra desconfiado ante personas en situación de pobreza.
Los prejuicios sólo son una traba para vencer la pobreza. Su superación depende de todos, de buenas y sabias políticas públicas. Y nos beneficia a todos. Los grandes ganadores no son los más pobres. Lo será la sociedad en su conjunto.
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