- Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista de Radio Zero.
A estas alturas, cuando ya casi deambulamos aletargados entre una y otra película de superhéroes y estamos bombardeados por este tipo de cine, «Mujer Maravilla» es una grata sorpresa por partida doble. Primero, porque en su anterior largometraje hace 14 años, «Monster» (por el cual Charlize Theron ganó el Oscar a la mejor actriz), la directora Patty Jenkins había abordado una historia difícil mostrándose competente, pero sin dejar una impresión demasiado contundente; y segundo porque hay que reconocer que si bien en su breve pero llamativa aparición en «Batman vs Superman» causó mucha conmoción entre los fanáticos de este tipo de películas, el primer largometraje protagonizado por la Mujer Maravilla -a más de siete décadas de la creación del personaje- tenía que enfrentarse a muchos prejuicios y escepticismos por parte de los espectadores.
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La noticia positiva es que no sólo es una buena película, sino además está muy por sobre el promedio de estas producciones. Con un ritmo fluido y sostenido (a pesar de durar más de dos horas) y buenos efectos especiales, cumple con lo que básicamente se espera de un filme así, pero sabe ir más allá de eso; ya sea por su lograda ambientación y dirección de arte -que va desde la idílica isla de toques kitsch y contornos mitológicos grecorromanos, a la Europa convulsionada por la Primera Guerra Mundial- como por la eficaz y entretenida combinación de aventuras, acción, romance y humor, o por la convincente entrega de su atractivo reparto encabezado por una acertada Gal Gadot y donde se lucen incluso los roles secundarios, esta «Mujer Maravilla» se las trae y deja la vara muy alta para futuros blockbusters similares.
Y lo mejor es que al frente están una cineasta y una protagonista que no se toman esto como un mero trámite, y saben ir más allá de la fórmula y de los estereotipos y convenciones que parecen estar reservados a los roles femeninos en el cine de superhéroes.
Como me da la gana II
En su más reciente largometraje, uno de los nombres fundamentales del cine chileno de las últimas décadas, el documentalista Ignacio Agüero, vuelve a sorprender. Estrenado a través del programa Miradoc, lo que podría haber sido simplemente la «secuela» de uno de sus filmes más recordados, «Como me da la gana», filmado hace tres décadas, es mucho más que eso. Nuevamente el realizador conversa con algunos cineastas locales en medio de sus rodajes, reflexionando sobre el hecho cinematográfico, pero esa es sólo la excusa para un documental más episódico de lo habitual, sugerente y sensible, que divaga y sigue diversos rumbos y quizá no seduzca por igual al público más acostumbrado a lo lineal y directo, pero a la vez es tremendamente coherente con la filmografía de Agüero.
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