- Analista internacional
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) dejaron de existir este martes. En un acto entregaron a Naciones Unidas (ONU) las últimas armas individuales que mantenían en su poder. Jean Arnault, el jefe de misión de la ONU, redactó el informe final en que da cuenta que “las Farc han cumplido”. La ceremonia de recepción de las armas comenzó con la muy pertinente “canción para el perdón” interpretada por César López que, como acostumbra, utilizó su escopetarra, una guitarra hecha a base de una escopeta.
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Rodrigo Londoño, alias Timochenko, el comandante supremo de la agrupación guerrillera, puntualizó que “este día no termina la existencia de las Farc, en realidad a lo que ponemos fin es a nuestro alzamiento armado de 53 años, pues seguiremos existiendo como un movimiento de carácter legal y democrático”.
El líder de los insurrectos aprovechó la ocasión para expresar su frustración: “Resulta lamentable que una parte de los guerrilleros permanezca en prisión a seis meses de expedida una ley de indulto y amnistía que les garantizaba su libertad en diez días”. En tono de advertencia, Londoño subrayó que los acuerdos “son sagrados y se firmaron para cumplirlos”. Concluyó saludando a más de medio siglo de conflicto con un “adiós a las armas, adiós a la guerra, bienvenida la paz”.
En los hechos subsiste un alto grado de incertidumbre sobre el destino que aguarda a los guerrilleros desmovilizados. Pese a que todos los colombianos se dicen partidarios de la paz, existe una facción que estima, sin embargo, que los términos del Acuerdo de paz, labrado entre el gobierno y las Farc a lo largo de cuatro años, ofrece demasiados beneficios a los guerrilleros. El tema fue sometido a la ciudadanía y sólo el 38 por ciento del universo electoral asistió a las urnas. Los partidarios del No, contrarios al acuerdo, vencieron por un estrecho margen. En definitiva el 19 por ciento del electorado, que representa a los sectores más conservadores, repudió los términos. El desacuerdo fue superado a través de una decisión parlamentaria.
Las fuerzas del No, encabezadas por el ex presidente Álvaro Uribe, se oponen a una reforma agraria. En su narrativa, Uribe postuló que el Acuerdo traería “más impuestos, expropiaciones de tierras, gasto público ineficiente, un deterioro de la economía y el agravamiento de la crisis social, lo cual le permitiría (a las Farc) la toma del poder para implantar definitivamente el fracasado Socialismo Siglo XXI”.
Las Farc no aspiran a tanto, pero esperan lograr un protagonismo político similar al de los movimientos guerrilleros desmovilizados en El Salvador y Guatemala. En todo caso, este es uno de los momentos de mayor peligro para el proceso de paz. Dejadas las armas, los ex combatientes son un blanco fácil para sus poderosos enemigos. Hay precedentes: en los años 80 las Farc intentaron crear un movimiento político, la Unión Patriótica, pero miles de sus miembros fueron asesinados. Hoy la seguridad de los ya ex guerrilleros está en manos del Estado. La sociedad colombiana tiene la palabra.
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