- Gerente general de Fundación Portas
En la vida de un estudiante hay varias etapas muy relevantes que le implican tomar decisiones y enfrentarse a circunstancias complejas. Por ejemplo, cuando un pequeño ingresa el colegio debe dejar atrás la seguridad de su hogar para ingresar a un ambiente nuevo que tiene otras reglas y exigencias.
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Lo mismo pasa cuando se da ese gran paso y de enseñanza básica se ingresa a media, en ese instante cada joven sabe que durante cuatro años debe enfocarse en sus notas para poder ingresar a la Educación Superior.
Y el último escalón significativo para muchos escolares (¡y esperamos que para cada vez más!) es cuando se enfrentan a la elección de una carrera, la carrera de sus vidas, en lo que supuestamente trabajarán durante al menos 40 años. Es en esta tercera etapa, tan trascendental en la vida de cualquier estudiante, donde los jóvenes deberían elegir una profesión por vocación y no regirse solamente en el aspecto económico como factor determinante.
En nuestro país, la tasa de deserción anual de algunas carreras universitarias alcanza más del 30%, según datos oficiales del Ministerio de Educación (Mineduc). Los expertos coinciden en que, una de las claves para revertir este fenómeno, es motivar a los jóvenes a estudiar carreras por vocación.
Pero, ¿qué es la vocación? Si buscamos la respuesta en un diccionario saldrá que es la inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo. Es decir, el tener vocación es sentir amor hacia lo que uno hace o estudia, lo que significa que la vocación tiene mucho que ver con quién uno es y quiere ser como persona.
Justamente la generación de jóvenes que está ingresando o estudiando en los primeros años de carrera de las universidades hoy, aspira a trabajar en algo donde pueda disfrutar lo que hace y ser feliz, quiere encontrar o crear un empleo que vaya con su vocación y personalidad. Es la generación Z; jóvenes más solidarios y realistas. Atrás quedaron los “yuppies”, chicos que sobrevaloraban lo material.
En definitiva, nuestros jóvenes al elegir una profesión deben entender que ahí comienza la construcción del proyecto de vida integral, donde el único objetivo no es solamente obtener un título profesional, sino que también es el comienzo del trayecto para que se cumplan sus sueños y que estos estén alineados con quiénes son, quiénes quieren ser y hacia dónde quieren llegar.
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