- Analista internacional
Una ola de calor recorre el sur de Europa. En algunos lugares las temperaturas han alcanzado los 47 grados. En Italia se registró un aumento de 15% en la asistencia a hospitales por el impacto del alza de los termómetros.
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Así como los huracanes reciben nombres, los italianos bautizaron este episodio térmico como Lucifer. Es muy posible que esta práctica, de dar un apelativo a las olas de calor, sea adoptada por el centro meteorológico europeo, Meteoalarm. A fin de cuentas el calor es el más letal de los cambios climáticos: 99% de las muertes son provocadas por el calor. Ello sin considerar los cientos de incendios forestales que han barrido la región desde España a Rumania. Tan sólo en Albania se registraban 75 siniestros.
En agosto de 2003 Francia vivió unos días en que los termómetros superaron los 40 grados. Se le llamó genéricamente la “canicule”, como los franceses aluden a las temperaturas extremas, y terminó causando 70 mil muertes adicionales en Europa. La ciudad más afectada fue París, con cinco mil muertos de un total de 20 mil en todo el país. Las pérdidas agrícolas totalizaron quince mil millones de dólares. En Gran Bretaña perecieron dos mil personas. Luego, en 2010, otra onda de calor costó la vida a 55 mil rusos de los cuales once mil eran moscovitas. El peligro de las ondas de calor, que superan los 35 grados, pasa inadvertido. A tal punto que en Estados Unidos en promedio mueren unas 400 personas anuales por esta causa. Compárese con los tornados, terremotos e inundaciones que en conjunto dejan un saldo de 200 víctimas fatales en dicho país.
Los pronósticos del Centro de Investigaciones Conjuntas de la Comisión Europea señalan que las muertes anuales, a causa del calor, pasarán de tres mil entre 1981 y 2010 a 152 mil personas cada año entre 2071 y 2100. El doctor Giovanni Forzieri, del aludido centro de investigaciones, advierte que a menos que se tomen medidas especiales para reducir el calentamiento, unos 350 millones de europeos estarán expuestos a los efectos nocivos del clima hacia finales del siglo.
Se estima que de aquí al 2100 las cinco ciudades más pobladas podrían experimentar alzas de temperaturas de hasta ocho grados. Cual más cual menos unas tres cuartas partes de la humanidad estará expuesta a olas de calor potencialmente letales. Mucho depende de la combinación del calor y la humedad que alteran los mecanismos corporales de termorregulación y que pueden desembocar en hipotermia.
El grueso de las víctimas es y será de la tercera edad. Hay varias razones que hacen más vulnerables a los mayores. El total del agua corporal disminuye con la edad debido a la acumulación de grasas y la disminución de la musculatura. Además los mayores transpiran menos que los jóvenes, disminuyendo así un elemento clave en la regulación de la temperatura. Al no sentir sed, muchos ancianos no ingieren la cantidad de líquido requerido, lo que termina costándoles la vida. Habrá que esperar para conocer el balance de Lucifer.
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