Opinión

Altibajos en la cumbre

  1. Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista de Radio Zero.

A priori, por diversos elementos «La cordillera» era una de las películas argentinas más esperadas de este año. Ambientada en el marco de las altas esferas políticas de la región y estrenada mundialmente en el Festival de Cannes, esta coproducción entre Argentina, Francia y España contaba con un elenco estelar de actores iberoamericanos encabezados por Ricardo Darín, y estaba dirigida por Santiago Mitre, realizador que gracias a sus dos primeros largometrajes -«El estudiante» y «Paulina (la patota)», no estrenados acá en cines comerciales, pero sí exhibidos en festivales- había sido muy bien recibido por el público y la crítica especializada.

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Y por estos lados también había muchas expectativas, considerando que buena parte del metraje se realizó en Valle Nevado, y que dos personajes importantes están a cargo de dos actores locales que han logrado brillar internacionalmente en los últimos años: Paulina García y Alfredo Castro.

En su superficie, es innegable que el resultado cuenta con estándares que superan el promedio de producciones latinoamericanas. En lo técnico y artístico, «La cordillera» es impecable, considerando los nombres convocados en los distintos apartados, desde las imágenes capturadas por el mismo director de fotografía de «Relatos salvajes», el vestuario a cargo de Sonia Grande, diseñadora fogueada con cineastas como Amenábar, Almodóvar y hasta Woody Allen, y la banda sonora responsabilidad del gran Alberto Iglesias, que no sólo es compositor habitual del realizador manchego sino además ha sido nominado tres veces al Oscar.

El gran problema de la película radica en buena medida en su ambicioso pero irregular guión, escrito por el propio Mitre junto a otro elogiado director del cine transandino, Mariano Llinás.

Hay que reconocer que el punto de partida es prometedor y cautivador, al mostrar la trastienda de una cumbre presidencial centrándose en un presidente de Argentina que por un lado debe asumir su primer desafío político a nivel internacional, mientras en lo personal tiene una crisis familiar que podía afectarlo a nivel público.

Pero lamentablemente el filme no logra mantener el equilibrio entre los distintos temas ni desarrollar mejor las relaciones entre los muchos personajes de la trama, lo que incide en un ritmo errático, donde se pasa de algunos logrados pasajes de tensión e intriga, a momentos donde la acción parece empantanarse o extraviar el rumbo, y finalmente el total no termina por convencer, al margen de sus indiscutibles aciertos.

Esto se refleja en los actores, que hacen lo que pueden con sus personajes a los que les falta mayor definición más allá de la superficie, aunque algunos están desaprovechados, como Elena Anaya. Como es de suponer, una vez más Darín está muy sólido y es un gusto verlo compartir pantalla con otros excelentes actores latinos como Giménez Cacho o nuestro Alfredo Castro, pero todos se merecían una historia más contundente, elaborada y a la altura de la factura que despliega.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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