- Capellán UC. Twitter: @hugotagle
Nada para alegrarse, la verdad. La decisión del Tribunal Constitucional de permitir la despenalización del aborto en tres causales, es motivo de honda tristeza. Pero estamos en un estado de derecho y se deben respetar las decisiones de las autoridades que nos hemos dado, nos gusten o no. Habrá que aguzar los sentidos e inteligencia para hacer de esta despenalización «letra muerta», vale decir, que ninguna mujer termine acudiendo a ella porque se sintió sola en su embarazo, incomprendida, sin recursos o atemorizada.
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En efecto, transformemos esta decisión en un más decidido y consciente apoyo a la vida del que está por nacer y a las madres vulnerables o en situación de riesgo. A trabajar con mayor empeño en acompañarlas, contenerlas y disuadirlas en una decisión errada. ¡Que ninguna chilena tenga que recurrir al aborto por encontrarse sola o sin medios! Que ninguna mujer se vea impelida o forzada por las circunstancias, a abortar. Dar un buen apoyo a tiempo, salva vidas.
Todos estaremos de acuerdo en un punto: tomar una decisión así es triste. Traumático. Pues bien, redoblemos entonces nuestros esfuerzos por acompañar a las mujeres que viven situaciones límite en su embarazo, que se encuentren abrumadas o se sienten en un callejón sin salida. Hay salida: luchar por la vida. No le negaremos auxilio, ¿o no? Comencemos por algo simple: mayor apoyo a las embarazadas. Y el apoyo a la vida no se agota en más palabras o más arengas encendidas. Llegó la hora de pasar a la acción real, meterse la mano al bolsillo, aumentar impuestos, y apoyar decididamente a las mujeres embarazadas. No se pagan pañales o leche con discursos o manifestaciones. Y ese apoyo real debe continuar todos los primeros años de vida de los niños. Hemos sido mezquinos con la niñez y la mujer embarazada. Vivir un embarazo en Chile es, para la mayoría de las chilenas, simplemente pasarlo mal. Eso se debe acabar. Vivir un embarazo debe transformarse en una real bendición -porque lo es-, sin estrés, problemas económicos o tensiones. Sólo así desaparecerá el fantasma del aborto. Cuando existe apoyo concreto, una mano solidaria al lado, ninguna mujer piensa en abortar.
El papa Francisco invitó a los cristianos en estos días a ser «hombres y mujeres de esperanza». Nos invita a creer con firmeza que la muerte y el odio no tienen la última palabra. El Papa pregunta: «¿Nuestra alma está en la primavera o en otoño?». Ser cristianos -dijo- significa tener la mirada llena de esperanza hasta el día en que todo se cumplirá, hasta el instante en el que Dios pronunciará su última palabra de bendición «¡Yo hago nuevas todas las cosas!».
Agosto es el mes de la solidaridad. A quienes nos preocupa la niñez, tenemos mucho que hacer para darles dignidad a tantos niños abandonados en los hogares del Sename, condenados a la vagancia, delincuencia y drogas. Que el apoyo a la vida nos lleve a construir un país más justo, solidario, fraterno y feliz.
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