- Analista internacional
Angela Merkel, reelecta canciller por cuarta vez, en su primera conferencia de prensa tras los comicios del domingo, fue al grano como acostumbra: “Por supuesto que esperábamos mejores resultados”. Su partido, el centro derechista demócrata cristiano, perdió más de un millón de votantes. Los socialdemócratas, de centro izquierda, perdieron medio millón de votos. El castigo para los dos partidos que han gobernado Alemania desde la guerra fue duro.
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El gran vencedor de la jornada fue la Alternativa para Alemania (AfD, por su sigla en alemán). El partido obtuvo un sólido 13% de las preferencias. Así entra por primera vez al parlamento federal con 93 parlamentarios. La organización debutó, en 2013, con una plataforma contra el euro, la moneda común europea. Entonces denunciaban que Alemania aportaba en forma desmedida para ayudar a países como Grecia que estaban en dificultades financieras. No tardaron en ampliar su plataforma para protestar contra la inmigración, en particular la proveniente de países musulmanes. Llamaron a prohibir la construcción de mezquitas e incluso declararon que el Islam era incompatible con la cultura alemana. Algunos de sus líderes han dicho que Alemania debe dejar atrás el sentimiento de culpa por los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. También han criticado monumentos que recuerdan el holocausto.
La AfD obtuvo su mayor éxito en lo que fue la República Democrática Alemana (RDA), es decir el lado oriental gobernado por los comunistas. Allí logró un promedio de 21,5% de las preferencias. En cambio en lo que fue la parte occidental, capitalista, obtuvo un promedio de 11%. Lo llamativo es que en la región oriental hay muchos menos inmigrantes que en la parte occidental. Es un fenómeno que se repite en muchos países. Hay más xenofobia y racismo entre quienes temen a los inmigrantes pero no los conocen. La amenaza de lo desconocido altera más a muchos que el contacto directo con las personas de otras culturas.
Una encuesta mostró que 89% de los votantes de la AfD lo hicieron en protesta contra las políticas migratorias de Merkel, que entre 2015 y 2016 admitió el ingreso al país de más de un millón de refugiados e inmigrantes, 85% de los consultados señaló que deseaba fronteras menos porosas. Sentimientos muy similares a los que se aprecian entre los votantes de extrema derecha del Brexit en Gran Bretaña, en el Frente Nacional en Francia, en Holanda, en Austria, Polonia, Hungría y también en Estados Unidos.
Ahora la AfD es la tercera fuerza política nacional. Está por verse, sin embargo, si es una tendencia duradera o sólo fue un voto de castigo. 64% de sus votantes dijeron que optaron por la AfD como un rechazo a los demás partidos. Apenas 34% dijo estar convencido por sus propuestas.
Alemania, quiéralo o no, como la economía más fuerte de la Unión Europea (UE) ha quedado en una posición de liderazgo y Merkel es la gobernante más influyente de la UE. Se dice que Alemania es demasiado grande para Europa, pero demasiado pequeña para el mundo. Ahora Berlín deberá lidiar, como en el pasado, con los regímenes de Rusia, Hungría, Polonia y Turquía. Y también con un Donald Trump que coincide con muchas posturas de la AfD.
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