Opinión

Abriendo nuestros horizontes: arquitectura chilena de exportación

Ignacio Hernández, vicepresidente de AOA (Asociación de Oficinas de Arquitectos)

Chile está avanzando decididamente en la superación de muchos de los desafíos de la modernidad. Hemos dejado de ser una “isla” entre la Cordillera de los Andes y el final del Océano Pacífico, con la integración y apertura de nuestros mercados, evolucionando desde un país monoproductor de materias primas (de origen mineral, en su mayoría) hacia uno más diversificado en sus actividades productivas. Lo anterior ha permitido ampliar las oportunidades laborales de nuestra población, con mejores fuentes de empleo y, aunque aún nos falta un buen trecho por conquistar, en condiciones más igualitarias.

La tarea es seguir movilizándonos en esa dirección. En paralelo al empuje de la gran minería y las industrias silvoagropecuaria y turística -por mencionar algunas-, hemos aprovechado las oportunidades que nos provee nuestra creciente producción de servicios para fomentar una amplia oferta de exportación.

Así, la arquitectura chilena se ha hecho parte activa y fundamental de esta nueva generación de exportadores. El rigor profesional de nuestros diseños, sin duda influenciados tanto por la frecuencia sísmica que caracteriza nuestro territorio como por la creatividad desarrollada ante la escasez de recursos, ha sido clave para atraer el interés mundial de nuestro trabajo arquitectónico y su potencial de internacionalización.

Las primeras semanas de 2018 se dedicaron de lleno a relevar este nuevo papel. La Semana de la Exportación de Servicios -organizada por el Ministerio de Hacienda, InvestChile, Corfo y Fundación Imagen de Chile-, revisó el camino avanzado y planteó los principales desafíos para que la posición y trayectoria arquitectónica nacional se prolongue y amplifique en el panorama mundial, como un modelo e impronta líder en las tendencias de la construcción y el urbanismo.

La meta es ambiciosa: alcanzar el mismo sitial de renombre que ya poseen nuestros ingenieros, especialmente aquellos dedicados al ámbito minero, cálculo estructural y la tecnología sísmica. El trabajo será arduo, pero tenemos varias certezas de éxito, como la gran tradición formativa que nuestras universidades han forjado en gran nivel y que se transforma como una garantía para las próximas generaciones.

Con esta base, la arquitectura chilena está llamada a un propósito que va más allá al ya importantísimo de contribuir y retribuir con mejores soluciones para la ciudad, las viviendas y la infraestructura pública y productiva. Mirando allende las fronteras, los profesionales podemos y debemos seguir abriéndonos a otros mercados, a sabiendas de que contamos con las competencias y capacidades para aportar como actores de una exportación de inteligencia que posicione nuestra arquitectura y la marca de Chile en el extranjero.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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