Encuentro muy significativo el hecho que Nicanor Parra haya sido velado en la Catedral de Santiago. Más aún que se haya celebrado una misa antes de su funeral y la despedida sea con otra misa en Las Cruces, su balneario querido. La misa la tiene que haber pedido él mismo. Si no, no se entiende que se haya celebrado. Es conocida la gran curiosidad del gran poeta de La Reina por el mundo sobrenatural. Su obra está salpicada de referencias a Dios, los ángeles, el cielo, el más allá. Casi una obsesión. Ahora, se le despejarán sus dudas.
PUBLICIDAD
¿Qué habrá pensado Nicanor Parra hacia el final de su vida? Pasados los 45, de acuerdo a las estadísticas, se empieza a vivir la otra mitad de la vida (y soy generoso, ya que el promedio de edad es algo menos de 80) ¿Qué habrá pensado cuando cumplió 90 o 100? Dios le regaló muchos años extra y buena salud casi hasta el final. Pensó y escribió mucho sobre la muerte. Ya el 1969 publicó su antipoema «Últimas Instrucciones», un escrito parte del compendio Obra Gruesa en que, a modo de testamento literario, indica cómo se debe proceder tras su muerte ¡Y faltarían casi 50 años para este día!
Y justamente la conciencia de finitud es la que nos lleva a muchos a vivir intensamente la vida. Parra era un amante de la vida, de sus cosas sencillas y cotidianas. Sus «artefactos» hablan de esa mirada tan aguda como pícara hacia banal e intrascendente; sobre esos objetos domésticos, muchos de ellos compañeros de su cotidianidad. Él supo darles un sitial de importancia y volverlos eternos.
Pero será su hermana Violeta quien pinta de mejor manera a su hermano poeta: «Gracias a la vida que me ha dado tanto / Me ha dado la marcha de mis pies cansados / Con ellos anduve ciudades y charcos / Playas y desiertos, montanas y llanos / Y la casa tuya, tu calle y tu patio».
Nicanor era un agradecido de la vida. Y, por lo que dicen, de un alma curiosa y mente inquisitiva hasta el final. San Agustín, patrono de los ingenieros y de paso de los físicos como Parra, dice: «Mi alma no descansará, hasta que no descanse en ti, Señor». El alma humana sólo se sacia en la contemplación de Dios. Somos errantes peregrinos en búsqueda del encuentro con quien nos ama y espera. Quien vive de cara al cielo, vive mejor, es más feliz, goza de la existencia y de las cosas cotidianas con mayor libertad y alegría. ¿Para qué la poesía? ¿Para qué su antipoesía? Lo responde Parra en su célebre «Manifiesto»: «La poesía fue un objeto de lujo. Pero para nosotros / Es un artículo de primera necesidad: No podemos vivir sin poesía». En efecto, «el poeta es un hombre como todos /Un albañil que construye su muro: Un constructor de puertas y ventanas». La poesía surge caminando entre las personas. «El pensamiento no nace en la boca: Nace en el corazón del corazón».
Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro