Opinión

El retroceso

Nicolás Copano

La imagen de los muñecos colgados en un puente, en protesta contra la existencia de pedófilos, es la señal que faltaba. Como una imitación de la señal que instala el ISIS cuando llega un lugar o la simbología del narcotráfico en México, el Movimiento Social Patriota (que tal como les adelanté en esta columna hace meses, hace un uso peligroso de los mensajes en calles y redes sociales) usó un símbolo que varios chilenos consideraron “positivo” para abrir un debate sobre la eliminación del otro (saltando el castigo), que también está de moda con la cantidad de gente a favor, según encuestas de manera mayoritaria, con la pena de muerte.

Sin duda un pedófilo es parte del set de lo más bajo en nuestra sociedad y debe ser excluido por antisocial. Pero para eso debe operar la justicia, el verdadero castigo social, que es la perpetua. La idea de la muerte como herramienta nos acerca a los asesinos. Y los asesinos son parte de la cadena de lo inhumano. No tenemos por qué imitarlos en un falso ideal.

Toda la defensa contra la pena de muerte se basa en una lógica: “A mí no me van a condenar a muerte, porque no me porto como una persona que lo merece”.

Desde lo individual, por supuesto, tiene sentido, pero por desgracia para esa gente, todos los días tenemos que interactuar con algo más que un robot o un computador, y la posibilidad que eso acarree un accidente en el cual involucre una falla del sistema ¡es posible! Hay decenas de documentales que acreditan juicios por errores. Imagínate con un escenario así activado.

Imagínate que con la misma policía de la “Operación Huracán” pueden armar un escenario. Es un país demasiado primitivo y tontorrón para habilitar la posibilidad siquiera. Por lo demás, todo depende del tamaño de la billetera del otro. Claro: te conmoverían cuando el delincuente es un enfermo pobre, pero yo quisiera ver si sucede en otro contexto social, donde, como sabemos, tampoco están excluidos de la pedofilia, cuenta la historia.

Chile no está preparado para estos retrocesos, pero ahí están. ¿De quién es la culpa? Yo creo que el avance de la cultura del odio fue una reacción contra un progresismo estético y no internalizado. Es cool tener una onda progre, pero los progres han trabajado poco por defender los avances. No les gusta el riesgo de defender la idea por quedarse sin amigos. Lo blando cobra fuerte.

Es espantoso observarlo, pero si no te acercas o explicas, no tiene fuerza. Y ahora están empezando a venir las oleadas de retorno, en un contexto ideal para ser validadas: gente que no tiene capacidad de procesar el tamaño de la realidad y desea verla estática, ahora tiene herramientas para decirlo. Porque Internet también les dio voz a los que no tenían nada que decir y como una amalgama densa quieren ser un peso para imponer la realidad de que nada se modifique, que todo siga igual y que dejen de molestar con los cambios, porque ellos no quieren cambiar. Estamos en el retroceso.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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