Opinión

Internet iba a ser otra cosa; mi generación también

Nicolás Copano

Un articulo escrito esta semana en El País de España refleja el estado de la discusión tanto de las redes sociales como el de una sociedad enferma. Como una estructura “Manipuladora de atencion”, Josefa Elola escribe sobre la rebelión crítica que hay en estos días hacia como se conectan las personas con las lógicas digitales.

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El año pasado ya explotó la estrategia de las burbujas de filtro: lo que ves en tu timeline no es todo lo que hay. Lo que buscas en Google se comunica con lo que tu navegador lee de ti y, por eso, te ofrece publicidad especialmente ligada a tu vida. Mi mamá ve lo que yo no veo. Tu hermana observa lo que tu no ves. Es perfecto porque nos divide y a la vez nos unifica en los sentimientos. Y así nos comercializa internet.

Internet iba a ser otra cosa. En los tiempos de los hippies digitales que tus hijos no verán, las personas bajaban información gratuita, a la que en la historia, nuestros padres, jamás accederian. Hoy no corre de esa manera: estamos encajonados y demanda hacer un esfuerzo salir (que los cerebros, dopados por sustancias opcionales o no) que muchos no están dispuestos.

En mi generación se han perdido las mentes más brillantes por diseñar realidades que no son. Por creer en famas de microburbuja. Por militar en sentimientos y no en cosas concretas. Un mundo de personas que le echan la culpa a otro. Que sienten que están cambiando algo y realmente no pasa nada. Una lógica de gritones, de trampillas, de truquitos. Muy poco esfuerzo. Navegar no es esforzarse. Si te viste de leñador sin bosque, no estás trabajando. Nadie es mejor que otro por los likes, por la ternura impuesta, por los videos acompañados por mascotas. Por gritar que estas salvando a alguien.

Las cosas, se hacen, se viven, se sueñan. No se agregan al menú para que te salga mas seguido.

Alguna vez pensé que la hegemonía cultural iba a ser del progresismo. Pero el tiempo, vivir un rato mas (que era lo que creí a los 20) me enseña que la vida es pendular y siempre viene un golpe de vuelta.

Con el adormecimiento de los que querían cambiar las cosas inmersos en guerras mentales de twits y comentarios, los conservadores apelan a algo básico: la maldad. Ponerle el pie encima al otro y decirlo. Y gozarlo y liberar en sí esa prepotencia, esa búsqueda del daño para juntarse con otros dañados. Un gran baile de monstruos frente a la fogata de la soledad toxica.

Cuando los sacas por un filtro, un candado dicen los malos que “no los dejan opinar, que donde queda su libertad de expresión” y descubres con el tiempo que realmente no tienes porque dejar que todo el mundo se siente en tu mesa a decir lo que quiera, porque finalmente, es tu mesa, que construiste tú y a los que vinculaste a los que quieres.
No a cualquier pelafustán que viene y arruina cualquier tema o conversación.

A cualquier troll. Con mascarita. Disfrazado. A cualquiera. Digamos no a los cualquiera. Y no seamos cualquiera: hoy el truco de internet es que te hace especial en serie. Uno más de los especiales.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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