Opinión

Hola, ¿hay alguien aquí?

  1. Sacerdote y columnista. Twitter: @hugotagle

El pasado miércoles 14 murió Stephen Hawking, el mismo día en que, en 1879, nació Albert Einstein. Y recordamos, por ello, al número PI, número «irracional y trascendente», como se lee sobre su carácter enigmático y fascinante. Increíble casualidad que Hawking haya muerto en el día en que se celebra este símbolo de lo inefable y misterioso de la creación, la misma a la cual el físico británico le dedicó toda su vida.

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Hawking fue en sí un personaje fascinante. Rescato de él su gran resiliencia, voluntad ante la adversidad, una notable curiosidad y su asombrosa inteligencia. Pero es lo primero lo más ejemplar. Como él lo dijo en múltiples testimonios: «Mis expectativas se redujeron a cero cuando cumplí 21 años. Todo, desde entonces, ha sido un regalo». Al enterarse que tenía ELA, la vida podría haber comenzado a apagarse. Pero no. Su fuerza de voluntad lo ayudaría a sortear todos los obstáculos hasta el final de su vida.

Quien es capaz de mirar la vida como un don inmerecido, la vive mejor, intensamente. Comprende que todo es pura gratuidad. Sí, era un agradecido de la vida. Repetía muchas veces: «No sería gran cosa el universo sino fuera el hogar de las personas que amas». El amor a los demás, es la razón del universo. O bien, esta otra: «Recuerda mirar hacia las estrellas y no hacia abajo a tus pies. Intenta darle sentido a lo que ves y pregúntate sobre lo que hace que el universo exista. Sé curioso. Y aunque parezca difícil la vida, siempre hay algo que puedes hacer y tener éxito. Importa que no te rindas».

Otros datos interesantes. La fe de su ex esposa en Dios salvó su vida. Fue su oración la que movió a los médicos, en 1985, a no desconectar del respirador a Hawking tras quedar en coma por una neumonía. Finalmente, tras la insistencia de su mujer, no se le desconectó y se le realizó una traqueotomía que salvó su vida, pero también lo dejó sin habla, obligándolo a comunicarse con la voz robótica de su sintetizador.

Si bien no era creyente, fue miembro de la Pontificia Academia para las Ciencias. Tenía una gran admiración por el sacerdote Georges Lemaitre. Hawking dijo que el sacerdote belga era el verdadero padre de la “Teoría del Big Bang”. “Georges Lemaitre fue el primero que propuso un modelo según el cual el universo tenía un principio muy denso», dijo, causando incomodidad en los círculos científicos.

Toda su vida la dedicó a buscar ese «algo» o «alguien» que explicara el «todo» de nuestra existencia. “Einstein se equivocaba cuando decía que ‘Dios no juega a los dados con el universo’. Considerando las hipótesis de los agujeros negros, Dios no sólo juega a los dados con el universo: a veces los arroja donde no podemos verlos”.

Ahora, tendrá la maravillosa posibilidad de salir de esa incógnita y preguntar, allá, en el infinito cielo, donde todos nos encontraremos algún día: «Hola ¿hay alguien aquí?». Y sí, encontrará una respuesta.

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