- Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista en Radio Cooperativa.
Indudablemente, que Silvio Caiozzi vuelva al cine con su primer largometraje en más de una década, es un acontecimiento importante en el panorama audiovisual chileno. Es uno de los cineastas locales de referencia, y su esperado regreso se une a los de otros reconocidos directores que han vuelto en el último tiempo, como Justiniano, Graef-Marino o Lübbert, quienes en términos estéticos y narrativos son muy fieles a su trayectoria previa, incluso aunque en más de un aspecto sus nuevos trabajos puedan parecer fuera de contexto o extemporáneo en la actual cinematografía de nuestro país.
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Ganadora del Festival de Montreal y ambientada en Chiloé, en «…Y de pronto el amanecer» Caiozzi parte una vez más de orígenes literarios, en este caso cuentos del escritor Jaime Casas -con quien además escribió el guión-, para abordar temas que ya son parte reconocible de su universo cinematográfico, incluyendo la influencia de la edad y el inexorable paso del tiempo, así como los toques poéticos, lúdicos y la ineludible melancolía.
Con momentos que pueden emparentarlo con otro regreso fílmico de los últimos años, el de Jodorowsky, el cineasta realiza la que bien puede ser considerada su película más ambiciosa: de partida, por su extensión poco habitual en el cine chileno, pero también por el entramado de historias y personajes que salta constantemente del presente al pasado.
Caiozzi vuelve a trabajar con Nelson Fuentes, el director de fotografía de tres de sus títulos más emblemáticos, «Julio comienza en julio», «La luna en el espejo» y el documental «Fernando ha vuelto», y cuya labor es fundamental para capturar la belleza de los paisajes chilotes. Efectivamente se nota un gran trabajo y despliegue en los apartados artísticos, pero como ejercicio narrativo, aunque la historia es interesante y tiene un innegable potencial, la película se resiente por su ritmo irregular y su desarrollo argumental tan desordenado y errático como las divagaciones de su protagonista, lo que se hace sentir en sus excesivas tres horas y cuarto de duración, aunque al final logra afirmarse.
A pesar de la diversidad de registros y estilos actorales, el elenco también es un gran apoyo, destacando particularmente los más veteranos -mención especial para la conmovedora interpretación del ya fallecido Arnaldo Berríos-, aunque los jóvenes debutantes también están muy bien.
«Rampage: Devastación»
En su quinta película, y la tercera suya que protagoniza el popular Dwayne Johnson («La Roca»), el realizador canadiense Brad Peyton reitera la fórmula que ambos ya desarrollaron en «Viaje 2: La isla misteriosa» y en «Terremoto: la falla de San Andrés»: historias improbables e inverosímiles, mucha acción y aventura y un buen despliegue de efectos especiales. Inspirado en la serie homónima de videojuegos creada hace tres décadas, con sus tres animales gigantes fuera de control, el filme entretiene y funciona bien si no se lo toma en serio ni se le pide más de lo que ofrece, y aunque se sabe que Johnson no brilla precisamente por su variedad de registros interpretativos, no se puede negar que siempre es simpático y tiene carisma.
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