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Lo que pasa es tan fuerte que no se puede opinar. Y está bueno. Alguna vez los que somos llamados a hacerlo de manera paga, podemos innovar y sólo intentar describir.
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Lo sucedido ayer en el Instituto Nacional, con la toma generada por las chicas del Liceo 1 y Carmela Carvajal es el equivalente a la toma de La Bastilla del movimiento feminista joven chileno.
Pido permiso, no soy nadie para describirlo, pero si ese liceo tradicional de hombres, que son entrenados como “la luz”, es intervenido por mujeres, algo cambia y para bien.
Los colegios de hombres de por si, a mi entender porque fui a uno y después me cambié a uno mixto, son instituciones nefastas porque no conoces ni igualas a las personas a quienes después te topas como colegas. Te cuesta más: corres en contra sin conocer ni valorar, sino más bien mitificar y poner etiquetas a las mujeres.
Por eso, está bien lo que está pasando. Es más sano, destruye un montón de torpezas. Un ejemplo: se propone una ley como “yes, mean yes” que está en el estado de California y permite testificar en caso de violación para demostrar que es relación consentida. Obviamente, lo primero que se piensa es “cómo demostrarlo” y por supuesto se cae en el “pueden acusar que alguien violó, pero no violó”. La pregunta en juego es: “¿por qué siempre nos ponemos en el lugar del violador y no de la víctima? Es como nuestra primera reacción ¿no? Bueno, eso es machismo y no te diste cuenta. Dale la oportunidad a lo otro.
Todos hemos sido, y esa es una demostración, parte de una sociedad machista y educados en ella. También nos educamos en una sociedad donde fumar era considerado algo bueno y comer azúcar sin control un gesto de amor. Bueno: las cosas cambiaron. Y ser machista está mal. Todos hemos dicho, hecho y pensado cosas machistas. Y hace tiempo las señales venían: si no fuiste capaz de cambiar tu rutina, tu show, tu mirada, estás mal, hermano. Mal.
Esta ola feminista se venía venir hace tiempo. Es loco, porque no fuimos criados en ese mundo: estamos en el choque de una generación cuyas figuras heroicas eran hombres con músculos y la Mujer Maravilla tenía sólo un lazo. Ahora, la mejor de las películas DC es de la Mujer Maravilla.
¿Cómo le explicamos eso a un montón de personas? Bueno, los hombres tenemos que hacer un gesto muy difícil para nosotros (nos educaron de otra forma), que es no opinar. Y ver cómo las mujeres nos enseñan lo que quieren y necesitan en ese espacio y apoyarlas. No veo porque se considera poco menos “una revolución extrema” pedir protocolos para el acoso sexual en las universidades. Y eso es lo que ahora el Congreso, y las representantes en especial, deben impulsar con colaboración de todas las miradas: institucionalizar este cambio. Creo que es el mejor camino para que los nuevos viejos, que no cachan nada y que están offside porque siempre fueron así y están probando permanentemente el límite porque creen que eso es “distinto”, conozcan hacia donde se va. Hay que escuchar y mirar. Y aprender. Y avanzar. Siempre avanzar.
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