Opinión

Corea y el factor Bolton

  1. Analista internacional

El presidente Donald Trump ya sacaba cuentas alegres sobre el éxito de su manejo frente a Corea del Norte. A fin cuentas, había logrado la suspensión de ensayos nucleares y lanzamientos de cohetes intercontinentales. También logró la libertad de tres estadounidenses encarcelados por Pyongyang. Tal era el optimismo de Trump que ya clamaba por el Premio Nobel de la Paz. En sus palabras: “Todo el mundo cree que lo merezco, pero yo nunca diría eso”.

Pero, de pronto, el promisorio proceso que apunta a la desnuclearización de la península coreana está en suspenso. En primer lugar, Pyongyang postergó una reunión de alto nivel con Seúl. Los norcoreanos denunciaron el carácter agresivo de los ejercicios militares Max Thunder, llevados a cabo entre Estados Unidos y Corea del Sur. Entre el centenar de aviones participantes en las maniobras figuran bombarderos B-52 con capacidad para lanzar armas nucleares. Además de aviones “stealth”, F-22, de difícil detección radárica, ideales para un ataque de “decapitación” del gobierno de Kim Jong-un. Más tarde fue puesto en duda el encuentro entre los dos presidentes, previsto para el 12 de junio en Singapur.

Al parecer, los norcoreanos estiman que han hecho gestos de buena voluntad que pudieron ser reciprocados, por ejemplo, con un menor despliegue de poderío aéreo. Trump, a su vez, cree que sus adversarios fueron obligados a buscar el diálogo gracias, precisamente, a su firmeza. La aplicación de duras sanciones y un vasto despliegue militar llevaron al aparente ablandamiento de Pyongyang. Es lo que Washington denomina la política de la “máxima presión” y que seguirá vigente hasta garantizar el desmantelamiento total y verificable del arsenal nuclear y coheteríl norcoreano. Sólo entonces serán levantadas las medidas punitivas.

Aquí entra el protagonismo del recién nombrado John Bolton como asesor de Seguridad Nacional de Trump. Hace 15 años, Bolton, funcionario del gobierno de George W. Bush, propició la invasión de Irak. Hay un amplio consenso en Washington que la operación constituyó un severo yerro estratégico, algo que Bolton no comparte. A su juicio, el empleo de la fuerza militar para lograr un “cambio de régimen” es eficaz frente a gobiernos considerados como una amenaza para Estados Unidos. Según Bolton, entre los países en que debía emplearse la fuerza, como en Irak, figuraban: Siria, Irán y Corea del Norte. En una entrevista concedida por Bolton, el 3 de septiembre del año pasado, señaló que era necesario: “Acabar con el régimen norcoreano” y golpear primero. Abundó: “Hemos perdido el tiempo con Corea del Norte durante 25 años, y seguir perdiéndolo aún más sólo empeorará las cosas”. Para agravar el cuadro, Bolton viene de señalar que el mejor modelo a seguir es el aplicado en Libia. Allí Muamar Gadafi renunció a un incipiente programa nuclear en el año 2003. En 2011 fue depuesto merced a los bombardeos de la Otan, que respaldó una rebelión en su contra. El líder libio fue rastreado por servicios de inteligencia occidentales y baleado por rebeldes en una zanja. La mera mención al ejemplo libio motivó un comunicado norcoreano de rechazo y que motejó a Bolton de “repugnante”.

El conflicto con Corea del Norte entra en una fase de peligrosa incertidumbre. Si fallan las negociaciones en curso es probable que Bolton, a quien Trump le presta oídos, tenga la última palabra.

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