- Comunicador multifacético, experto en marketing y redes sociales y emprendedor por naturaleza.
Hace unos años, cuando uno miraba los menús de McDonald’s del mundo, había un ingrediente que sólo estaba en los restoranes chilenos: la palta. Era singular contarlo a los extranjeros, como también descubrir de viaje que no en todas las “horas del té” del mundo (que nosotros llamamos once) estaba ahí presente, entre la mermelada, el pan tostado, el jamón y el queso. Nunca nos dimos cuenta que teníamos oro al frente. Y hoy es un diferencial que tiene locos a los neoyorquinos (cuna de toda expresión hipster) y que decir a los ingleses. El “avocado” le dicen ellos. La palta, para nosotros, es una delicia mundial.
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Hace un tiempo, un millonario australiano llamado Tim Gurner, recomendó que para que los millennials tengan casa tienen que dejar de consumir pan con palta y café caro. Una crisis global que viven muchísimos jóvenes, culpa de pagar arriendos que no dan, con sueldos que no alcanzan, que generan deudas que no se cierran por culpa de los pagos millonarios de cuotas de universidades. Bueno, el tipo culpaba a las paltas y los viajes de la incapacidad de ahorrar de una generación completa.
Considerando que la mayor exportación en nuestro país, sumado a la sequía de la zona central está generando que el kilo de paltas en Chile se acerque a los 5 mil pesos (algo inédito), quizá es un consejo digno que tomar.
La palta se ha vuelto el fruto oficial del comercio mundial: tanto en Mexico (donde está el 45% de paltas de la tierra), donde la policía de Michoacan, con chalecos antibalas, cuida los paltos que salen a Estados Unidos de personas armadas dispuestas a tomarlas para su tráfico, como en Nueva Zelanda, donde en junio de 2016 se desató una ola de robos a gran escala (hasta 350 se llevaron los delincuentes), el fruto verde toma relevancia. Con mercados negros incluidos.
En Hollywood en tanto, la explosión latina tiene un boom, con Miley Cyrus que lleva una palta tatuada o las alzas previas al superbowl, sin embargo no es el mercado más interesante: China es la tierra prometida de la palta. Y Chile es el mayor proveedor en estos momentos del fruto, superando a México y con Perú compitiendo.
Estamos en el ojo del mundo, sorpresivamente, por la palta. Y mientras nos estamos quedando sin ella en nuestros supermercados y ferias (donde se ve encarecida) están cambiando los estándares. En especial por esta ola de preocupación del medio ambiente.
Hay una guerra del agua y la palta en desarrollo. En este momento, Petorca sufre una crisis por culpa de la sequía. Y el culpable para ellos es verde y suave.
Según The Guardian y la Deutsche Welle, en Petorca las empresas productoras de palta se roban el agua para las hectáreas. El activista Rodrigo Mundaca los acusa directamente de la privación de ésta a las comunidades. Y, por supuesto, los mercados exigentes están poniendo ojo: la British Retail Consortium, que representa al retail supermercadista de ese país, les informó a sus asociados de esta situación, para que estos decidan si siguen o no comprando palta chilena.
Para que vean: de pronto, lo más inesperado nos pone al frente del mundo.
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