- Directora ONG No Chat, vicepresidenta Cosot MTT y miembro de Red Ciudad Futura
El Censo 2017 confirmó la tendencia de que nuestro país está envejeciendo. Si en 1992 el 6,6% de la población tenía más de 65 años, el año pasado las personas mayores representaban el 12,6%, equivalente a 2 millones 800 mil personas.
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La rápida transición demográfica hacia el envejecimiento de la población y el intenso proceso de urbanización de nuestras ciudades plantean nuevos desafíos que debemos estar dispuestos a reflexionar, principalmente sobre cómo se está planificando la ciudad en términos de accesibilidad y movilidad para las personas mayores.
A medida que el ser humano envejece, la fuerza física, la marcha y el equilibrio se ven disminuidos; el miedo a caer se hace presente volviéndose invalidante y paralizante para este grupo, transformándolos en individuos dependientes y restándoles la capacidad de desplazarse por la ciudad. A eso se suma que el diseño y equipamiento del espacio público en general no los consideran.
El sistema de transporte público es concebido, desde un enfoque funcional, como instrumentos que promueven y facilitan la movilidad urbana. No obstante, el sistema no está diseñado de acuerdo a sus necesidades y dificultades. Por ejemplo, las características de los asientos (incluso su material), la altura de los pasamanos, la diminuta pantalla del validador y los torniquetes se transforman en obstáculos.
Si bien en el Metro se reconoce un mejoramiento de la accesibilidad y seguridad, la alta concentración de usuarios en andenes y vagones aumenta la percepción de inseguridad y de riesgo, ya que son más vulnerables a caer. También de sufrir robos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea la necesidad de «añadir vida a los años», enfatizando que lo importante es la calidad de vida de una persona, definida ésta como el conjunto de condiciones que pueden hacerla feliz y no enfocarse sólo a la duración de la vida.
Por lo mismo, es de esperar que el nuevo Plan Maestro de Transportes 2025 subsane las deficiencias del actual sistema, promoviendo y asegurando una movilidad más equitativa para todos los grupos etarios, en especial de aquellos más vulnerables y respondiendo a las diversas necesidades que enfrentan las personas durante todo el ciclo vital.
Chile envejece y no se planifica la ciudad considerando esto. Es necesario abordar e incluir los cambios demográficos con mirada integral y urge atender las necesidades de las personas mayores.
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