- Analista internacional
La sabiduría política convencional dicta que el candidato que rehúye el debate pierde puntos. Los enfrentamientos, en especial en televisión, dan a los electores la posibilidad de juzgar a quienes piden su voto. Abundan los casos de políticos que malograron sus ambiciones por eludir a las cámaras. La reciente elección presidencial brasileña, sin embargo, fue diferente. El electo Jair Bolsonaro descartó los encuentros televisados con sus rivales. Al comienzo, antes de la primera vuelta, tuvo un cara a cara con la candidata ecologista Marina Silva del cual salió mal parado. Dijo entonces que la TV era un medio anticuado para ventilar las ideas políticas. Concentró, por lo tanto, sus esfuerzos a través de las redes sociales y por WhatsApp en particular.
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El periódico Folha de Sao Paulo realizó un estudio sobre 1.339 mensajes. La muestra arrojó que 97% de las noticias compartidas por WhatsApp por los seguidores de Bolsonaro eran falsas o engañosas. Además, se estableció que seis de cada diez electores del militar retirado obtenían el grueso de su información a través de WhatsApp.
Bolsonaro y Donald Trump tienen en común que prefieren eludir a la prensa que en muchos casos consideran hostil. “El peor enemigo del pueblo”, en las palabras del mandatario estadounidense. El contacto con sus partidarios y la ciudadanía lo realizan a través de tuit, o WhatsApp u otras redes. Evitan así las preguntas a veces incómodas que suelen realizar los periodistas. En todo caso, más grave que escapar al escrutinio público resultó la masiva difusión de las ya celebradas noticias falsas o fake news. Una verdadera avalancha de falsedades inundó las redes. Varios periódicos destinaron un segmento de sus portadas para denunciar las mentiras. Cada lector quedó enfrentado al dilema que los brasileños llamaron fato (dato) o fake (falso). Se suele decir que una foto dice más que mil palabras. Un estudio de cien mil imágenes circuladas en WhatsApp, en el período electoral en Brasil, mostró que más de la mitad eran falsas o distorsionadas.
Un ejemplo de información engañosa difundida a través de grupos de WhatsApp fue el llamado “kit gay”. Se trató de un libro, para profesores, que debió formar parte de la campaña “Escuela sin homofobia”. El texto nunca fue distribuido. De todas formas Bolsonaro proclamó que estaba destinado a niños de seis años. En la misma vena, el candidato ultra derechista acusó a su rival Fernando Haddad de haber promovido una ley que autorizaría la legalización de la pedofilia. Según la imaginaría ley tener sexo con niños de apenas doce años sería legal. Bolsonaro acusó al Partido de los Trabajadores (PT) de ser una organización de pedófilos.
En lo que toca a las teorías conspirativas, el premio se lo llevó el atentado contra la vida de Bolsonaro. Entre los partidarios del PT circuló que no hubo cuchillazo sino que se trataba de un show montado para ganar simpatías y retirarse de los debates programados. En la otra vereda se acusó al PT de ser el responsable del ataque para eliminar a su candidato.
La verdad fue una de las perdedoras de los comicios brasileños.
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