Opinión

La frontera de la data

  1. Comunicador multifacético, experto en marketing y redes sociales y emprendedor por naturaleza.

¿Qué explica al mundo ahora? Antes lo hacían las religiones. Antes lo lograba la metafísica. Ahora, es la cortina invisible que configura internet lo que lo logra. Es una pregunta que hay que hacerse mirando cómo ha ido creciendo la intolerancia. Hace tiempo venimos en estas páginas hablando de la “burbuja de filtro” y cómo ésta genera más distancia que acercamiento, a pesar que nace inspirada en las redes sociales e internet. Facebook, Twitter e Instagram usan una lógica que lee los comportamientos y exhibe lo que más buscas de manera permanente. Los medios de comunicación generalistas tienen poco filtro: tú ves miradas y encuentros con otros. Y por eso siguen siendo de alguna manera útiles: al presentar puramente lo que sucede permiten localizar otras maneras de revisar y disfrutar la realidad. Imprimir no es actualizar.

Por eso tienen valor los que están bien hechos: te permiten revisar la conversación y no tu propio ombligo. Que es lo que Donald Trump llama y grita: mira tu ombligo no mires al otro. Como Bolsonaro y otros intolerantes. Como los que postean en foros de anónimos para encontrar sólo emoción.

Los medios seguirán siendo útiles en torno a que hagan ese ejercicio que vaya contra las redes sociales. Un diario tiene valor por su cercanía (como éste, que se entrega en el Metro) y la búsqueda de historias y habilidad de relato que muchos por no desarrollarla no tendrían por qué tener. Sin embargo, el periodismo está en la mira de muchos. Y es porque, por desgracia, en muchos casos, dejó de explicar el mundo. Se volvió un ejercicio de elite, de periodismo para periodistas, que no conecta con la gente. Y eso es muy peligroso, porque te vuelve el blanco perfecto.

Cuando eres periodista, como cuando eres ingeniero, tu mundo y lentes son diferentes a los del taxista. Ser periodista es tener un permiso para preguntar y construir. La mayoría no tiene ese acceso y en general no sabe cómo armar un discurso.

Internet facilitó eso y muchas cosas, pero no dio método. Y eso es un tema interesante a la hora de discutir el valor de las estrategias periodísticas, porque, al final, sí tienen algo relevante.

El problema es que esa relevancia no puede estar sobre la misión que es encontrar a alguien que escuche estas historias.

Y ahí radica el gran desafío: algunos lo están llevando con narrativas nuevas, otros con performance y también los que están buscando a través de los datos. A ver si es verdad lo que se dice en chequeos. Sin embargo, si no encontramos a gente que quiera escucharnos y ver más allá de nuestro microclima, corremos serio peligro que usted nos reemplace probablemente por la selección que Facebook puede hacer de las cosas que a usted le gusta y nosotros, los que escribimos, los que desarrollamos contenidos, pasemos a ser irrelevantes, inexistentes, como son los problemas. Porque como dijo Harari, el problema del siglo 21 es ése: pasar a ser irrelevantes. Ese es el gran terror en las sociedades modernas. Cómo enfrentar eso, es el gran desafío.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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