Opinión

Küme tünngün ta niemün

  1. Sacerdote y columnista. Twitter: @hugotagle

“La paz esté con ustedes”. Con estas palabras en mapudungun comenzó el Papa Francisco su homilía en Temuco. Deseando la paz. Ya antes había saludado: ¡Mari, Mari! (¡Buenos días!)

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Esa paz, hoy es más necesaria que nunca. Tengo la impresión, no sé qué piense usted, que mapuche y no mapuche quieren la paz. Y diálogo. Hay cansancio de buses quemados, escuelas incendiadas, capillas destruidas. Pierden sólo los más pobres. Si cree que con eso perjudica a los más ricos, se equivoca.

El Papa nos recordó el gran desafío: construir unidad en la diversidad. No se trata de ser iguales, de neutralizar o silenciar las diferencias. “La unidad, dijo el Papa, no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizada”. Y continúa: “La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás”. Sólo esa unidad será la mejor forma de riqueza, donde las cualidades de cada cual brillan más y pueden dar lo mejor de sí. Duele Arauco. Duele la absurda violencia desatada. ¡Quemar jardines infantiles! ¿A qué causa puede servir eso? La inmensa mayoría del pueblo mapuche quiere paz, progreso, trabajo y estabilidad. Los actos de violencia en la Araucanía sólo traen más pobreza, aislamiento y odio. El Plan Araucanía, que fue un fruto de todos los actores involucrados en el conflicto, es una buena carta de ruta, siempre perfectible, para sacar del aislamiento y pobreza a una zona históricamente marginada. Los grandes perdedores con la violencia son los mismos mapuche, sobre todo los más pobres, mujeres y niños. ¿Cómo no ofrecerles un futuro mejor, de progreso y oportunidades al igual que a todos los demás chilenos? Muchos se sienten amedrentados por los violentistas. Abunda el miedo y la amenaza. No hay que dejarse amilanar por unos pocos, que lucran de la pobreza y marginación de una mayoría pacífica. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Hay que continuar con el diálogo y reforzar los puntos de encuentro: salud, trabajo, educación, vivienda, mejores caminos.

En Chile, nadie sobra. Construir sociedad es combinar los derechos de los distintos actores, donde se exige generosidad, magnanimidad y esa voluntad cívica de querer la paz. El diálogo puede mucho. La paz es el único camino.

Una sugerencia práctica: veo que la bandera mapuche se encuentra en muchas partes. ¿No será posible integrarla oficialmente al conjunto de emblemas patrios? Se podría pensar en integrar también los emblemas de otras etnias: pascuenses o pueblos del norte. Así se enriquece el conjunto de símbolos nacionales.

Como recordó el Papa Francisco en Temuco, todos somos, en cierta medida, “pueblo de la tierra” (Gn 2,7), “Mapuche”, llamados al “Küme Mongen”, al Bien vivir, al Buen vivir, como nos lo recuerda la sabiduría ancestral del pueblo mapuche. Y ese Küme Mongen óolo será posible en conjunto, con el otro y a partir del otro, como hermanos e hijos de una misma tierra.

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