Opinión

Las siete vidas de Theresa May

  1. Analista internacional

Mayday, mayday, mayday, repetido tres veces, es una señal de socorro internacional. La expresión inglesa, escogida por su fácil pronunciación, proviene del francés (venez) “m’aider” (vengan a ayudarme). El titular infaltable en la prensa británica fue “May day”, para aludir a la precaria situación que enfrenta la primera ministra. Los parlamentarios de su partido conservador votaron el miércoles una moción de no confianza sobre su gestión. El resultado: 200 votos respaldándola y 117 en contra. Para sobrevivir, May hizo una concesión mayúscula: anticipó que no lideraría las huestes conservadoras en los próximos comicios previstos para 2022.

En la práctica, se ha convertido en lo que los estadounidenses llaman un “pato cojo”, alguien que ya ha perdido buena parte de su autoridad. En otras palabras, ha comenzado la cuenta regresiva para su reemplazo en el seno de su partido.

El reto más duro, sin embargo, puede venir del conjunto de la oposición liderada por el Partido Laborista. La postura de los nacionalistas escoceses y la mayoría de los laboristas, ambos de centro izquierda, es que se convoque a elecciones nacionales a la brevedad o bien a un segundo referéndum para rescindir el Brexit, que compromete a Londres a abandonar los 27 países que conforman la Unión Europea (UE).

La señora May está entre la espada y la pared. Para salir del brete doméstico requiere mejorar aspectos clave del acuerdo de retiro de la UE. Pero los europeos le repiten en todos los tonos que no harán nuevas concesiones. Lo que está sobre la mesa es definitivo.

En rigor los europeos, que son contrarios a la salida de los británicos, quieren dejar en blanco sobre negro que abandonar la UE es difícil y tiene un alto precio. A toda costa quieren evitar la tentación de otros países de seguir la ruta de Londres. El atractivo original de la UE para hacer del Viejo Continente una zona de paz se ha desdibujado con el correr de las décadas.

Además, el sueño de una Europa social ha derivado a una estricta política de austeridad que recorta prestaciones a los más necesitados. Hoy destaca el auge de corrientes nacionalistas y soberanistas que rechazan el proceso globalizador que representa la Unión.

Bruselas, al dificultar la salida del Reino Unido, favorece a las corrientes que en Gran Bretaña desean permanecer en la UE. Según encuestas recientes, la mayoría de los británicos está por echar marcha atrás y quedarse junto a la Europa continental. La salida de Londres representaría un gran debilitamiento del proyecto europeo. La dirección que adopten los británicos alterará los balances de fuerzas internacionales de cara tanto a Estados Unidos, Rusia y otras regiones. El Reino Unido es la segunda economía europea, tras la alemana, y cuenta con las fuerzas armadas más poderosas del Viejo Continente, después de Rusia.

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