- Comunicador multifacético, experto en marketing y redes sociales y emprendedor por naturaleza.
Éste es el año de ellas. No de nosotros. Nosotros, un paso al lado. Lejos del escenario y por favor del micrófono. Fueron años tomando el pandero. El pandero es de ellas. Están molestas, con justa razón. Ganan menos que nosotros y tienen cosas en contra. Las evalúa mucha gente por cómo se ven y no lo qué piensan. Ellas son lo nuevo. Quien no quiera entenderlo, lucha contra el cauce de la historia. Porque esto ya ha pasado, lo que es impactante es que sea más del 50% de la población la que reclama, ¿cómo lo vas a evitar?
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Como todo movimiento masivo parte sin líder. Y lo interesante es que se plantea que así sea. Que sea un movimiento cultural. Que difícil es para nuestras “cabezas de occidente” aquello. Éste ha sido el año, para los hombres, de las dudas y las preguntas. Hay quienes no han podido asumirlo, hay quienes optamos por aprender y entender del otro lado (con el dolor adjunto de haber fallado) y quienes no van a asumirlo casi por posición política. Con la pasión del necio. Del que siente la épica de estar de un “lado correcto” porque sí. Como tantos que han sido arrasados por la historia, por tontos, por torpes. Por inmaduros.
Este año fue el de un cambio cultural relevante. Sin perdonazo, por lo visto. Un año de un desnudo, como el que ocurrió en las facultades conservadoras. El de un quiebre con lo que entendíamos como orden y mundo en tantos lugares. El de salir a decir, el de buscar desde lo que se ha reservado como femenino una verdad incómoda. Lo que duele, lo que afecta, lo que cuestiona.
Es complicadisimo, porque así no se nos educó. Lo que miramos en las películas de romance, lo que nos donaba un relato, se ha acabado para siempre. Fueron herencias de libros y discos. Fue lo que nos definía cuando la cultura era pobre y limitada.
Hoy, que todas las culturas están ahí en Google y que los límites ya no existen para ser, muchos hombres se sitúan en una confusión. Hay videos tan tristes como el del movimiento Mgtow chileno, que sostiene que la mujer es una trampa y se puede vivir orgulloso sin ellas. Es de una desolación infantil ver viejos tristes, ahí, y cabros jóvenes que uno sabe que no les da, tratando de pertenecer a algo. Diciendo leseras. Es un cuadro de nuestro horror de ahora. Un mundo de gritos de vacío.
Lo que ocurrió este año con las mujeres eran gritos llenos. Un llamado a cambiar. Una revolución de adentro hacia afuera y no vestido con los trajes de un momento para luego volverse funcionario, como ha sucedido con las revoluciones anteriores. ¿Qué es la libertad? Me pregunto, mirando las marchas. Y uno de pronto, sólo las cubre en su jaula, limpia y correcta. En estos papeles. En esos videos. La libertad es el paso de la historia. La historia es con la, no con él. No hablamos de “el historia” y quizá ese era el secreto que nos tenía guardada la big data, que tanto nos enclaustra: el hackeo es el final de la forma. Y la forma, que ha sido siempre la misma, necesita el caos que se siente, desde ver a una mujer desafiando y tomando su propia ruta. Definiéndote a ti, que tan macho te sentías y que ahora estás preguntándote ¿dónde se acaba la angustia? ¿dónde se acaba el miedo? ¿cuándo llega la tranquilidad?
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