- Sacerdote y columnista. Twitter: @hugotagle
No es tarde para tomar buenos propósitos para el año. Sugiero comenzar por mejorar el lenguaje. Se ha deteriorado mucho la convivencia. Mejoremos el trato. Podemos estar en trincheras políticas e ideológicas distintas, pero no tenemos por qué tratarnos mal. Usemos más las palabras mágicas: perdón, gracias, por favor. Evitemos los chismes. “Cada vez que juzgamos a nuestro hermano en nuestros corazones o peor cuando se habla mal de ellos con los demás, estamos asesinando”, dice el papa Francisco. “No existe eso de la calumnia inocente”.
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Preocupémonos aún más del medio ambiente. Sobre todo este año, en que una importante cumbre sobre el tema tendrá lugar en Chile. Y junto con el medio ambiente, la extrema pobreza. Es un asunto de vida o muerte. El papa Francisco ha criticado duramente la “cultura de los residuos», que conduce a la «globalización de la indiferencia», en relación a los marginados de la sociedad. La palabra del 2019 debería ser “integración”. Nadie sobra. Y requieren de nuestra mayor atención quienes se están quedando al margen o al final del camino. Ciudades y zonas más integradas, interrelacionadas, ayudarán a destruir desconfianzas y formar una sociedad más armónica y fraterna, donde sea posible el progreso y la paz.
En relación al medio ambiente, contribuyamos con algo muy concreto: evitar las sobras de comidas. Casi 870 millones de personas pasan hambre, según datos de la FAO. El Papa dice: “Tirar la comida es como robar de la mesa de los pobres”. Un más eficiente uso de las sobras de alimento puede ser vehículo de solidaridad y compartir con los más necesitados. En Chile, lamentablemente muchos terminan el día con hambre, siendo que hay más que suficiente para todos. Seamos responsables con los alimentos.
Apostemos por una “cultura de encuentro», como ha invitado el Papa Francisco: “Cuando los líderes en diversos campos me piden consejo, mi respuesta es siempre la misma: el diálogo. Es la única manera para que las personas, las familias y las sociedades puedan crecer, la única manera para que la vida de los pueblos progrese, junto con la cultura del encuentro, una cultura en la que todos tienen algo bueno para dar y todos pueden recibir. Otros siempre tienen algo que darme, si sabemos cómo acercarnos a ellos en un espíritu de apertura y sin prejuicios”.
¿Ve el futuro con desconfianza? Rece más. Colocando el año en las manos de Dios, se despejan los temores, crecemos en sabiduría y tomamos mejores decisiones. Dijo el Papa Francisco a los jóvenes: «Si alguno no sabe aún qué será de su vida, pídale al Señor y le mostrará el camino. ¿Qué quieres que haga? ¿Qué camino debo seguir?”.
Por último, cultive un espíritu alegre, a pesar de las adversidades. El hombre y mujer de fe irradian una gran alegría. “La alegría es una virtud peregrina. Es un regalo que camina; camina en el sendero de la vida: proclamando la alegría, se alarga y se ensancha ese camino”, dice el Papa. Es una virtud que debe traducirse en un amor al prójimo.
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