- Comunicador multifacético, experto en marketing y redes sociales y emprendedor por naturaleza.
¿Quién es José Antonio Kast? ¿De dónde proviene su fuerza? No me siento tan soberbio para decir “esto no existe” o “no me gusta, no lo nombren”, como cree mucha gente del bando filoprogresista que, también, por desgracia, tiende a sostener que el ser humano en general es mejor de lo que es y tiene la fantasía boba del hombre nuevo sin comprender que, en realidad, sólo somos un viejo algoritmo de una tecnología en desaparición llamada carne.
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Kast es un fenómeno porque representa algo que no tenía forma pública. En el debate, siempre ha existido una incombustible clase acomodada que defiende sus intereses (los paneles de los programas políticos de la tele son un punto de visita continuo) y que trata de “leer la realidad bien” desde una perspectiva basada en lo económico, sin personas. Un mundo sin puntas, en general, como diría Byung Chul Han. A veces tienen uno que otro tirabombas, como Kaiser. Provocadores con financiamiento que toman el extremo. Como no son carismáticos, se les ve solos y parodiables. No tiene costo social darles.
Por otro está la izquierda. En medios se expresan como (para ponerlos en el mismo contexto del otro lado) los activistas de panel. Pelos y mirada descontrolada, desesperación y sensación de cambiar el mundo con un tuit. Emotivos. En general, marginales que nunca fueron invitados por la Concertación a participar de nada más que un café (nadie quiere ver seguido a alguien enojado) y estan ahí, molestos. Se transforman rápidamente en objeto de joda (y molestia permanente en redes sociales), primero porque reaccionan a todas y, lo segundo, porque piensan que cada causa personal es colectiva. Por eso los abandonan, porque es mas cómodo el bullying.
Kast lo entiende bien. Kast entiende muy bien esos dos puntos extremos. Por eso evita acercarse a unos y va a los paneles de los otros. En su cara. Kast no pierde la calma frente a los emotivos. Kast sabe que hay mucha gente enojada. Esa gente, espera, como un rayo del cielo que aparezca un orden espacial que termine con el pituto. Con las Fernandas Bachelets del mundo. Con el mito de que hay familias que viven del Estado en puestos instalados en oficinas grises y comen lo que ellos no pueden comer. Kast sabe que detrás de ese cabro de instituto hay una pequeña estafa y mucho enojo. Que ese chico “se esforzó” y no tiene “lo que merece”.
Ellos estan instalados en foros de internet, en los barrios. Son los nuevos pateadores de piedras.
Ellos son débiles y necesitan fortaleza y enojo y buscar un enemigo. Ese enemigo que “viene a quitar lo suyo”. Y así, acción republicana crece visitando los campos. Mientras, el Frente Amplio está sentado en la terraza, entrenado para matar al padre (la ex Nueva Mayoría), pero nunca para ir por la pelea real. Por eso Kast la puede hacer. Porque en este mundo de llamados a no tener ni cotillón en Año Nuevo para no molestar la identidad de alguien, el traje de “su libertad” no necesariamente ya es de la izquierda. Ahí está el quiebre.
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