- Comunicador multifacético, experto en marketing y redes sociales y emprendedor por naturaleza.
Facebook cambió el mundo. Y cambió a los seres humanos. Antes, Messenger e ICQ, Napster y Gmail lo hicieron. Pero Facebook creó una experiencia colectiva nueva y cambió a la humanidad. Desarrolló como ninguna otra iniciativa el concepto de la comunidad. Y encontró una fuente de ingresos y problemas enorme, llamada algoritmo.
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Facebook empezó a leernos como ningun sicólogo. Empezó a entender nuestras obsesiones y trancas. Y descubrió que cada uno de nosotros es una audiencia en sí, que conecta con otras. Antes al revés. Nosotros al medio, recibiendo al mundo, como un torbellino que nos comía.
Las cabezas desde esa lógica se deformaron. Nos sobrecomunicamos. Antes localizarnos era imposible, en la era donde los teléfonos públicos con suerte estaban presentes por los barrios. Facebook llevó las alertas, los mensajes, las paranoias a un nuevo nivel. Historias falsas, pasadas por vecinos, comunidades agrietadas por el pánico. Facebook acercó el mundo íntimo a una escala planetaria. El drama humano estaba ahí. Los pensamientos más feos, las ideas más crueles. Antes eso se alejaba, se iba a los manicomnios. Sabíamos que la gente era mala, pero nunca a este nivel, donde hay grupos como los Mgtow, que son tipos que no quieren vivir con el sexo opuesto. Los dañados se encontraron en Facebook. Se multiplicaron. Encontraron una forma de transmitir 24/7 su locura. Pasó que en los colegios, chicos se suicidaron por el bullying. Y empezó una locura cuando llegaron los padres a la plataforma.
Hoy casi no hay jóvenes dentro. Se han ido a Instagram, que es de Facebook, y a Whatsapp que es de Facebook. Y cuando vas al gimnasio, Facebook sabe. Y cuando hablas con un amigo seguido, también. Es nuestro gran hermano. Es una tecnología que no sabe cómo crecer.
Mi primer recuerdo de Facebook era un perfil que bajó cuando más de 5.000 personas me pidieron amistad. Y ahí descubri, a los 20, que confiar en Facebook es mal negocio, porque no es mío. Es como que te presten un loteo. Y que un día te lo puedan quitar. Es como un registro civil que te puede sacar si no le gusta lo que haces o cómo usas la herramienta. Siempre el poder está del lado de Facebook. Si no, volvamos a pensar en Cambridge Analytica. Facebook reveló al humano y su torpeza. Y lo dejó libre. Hoy Facebook es un adolescente espinilludo, sin mucha claridad de cuál es su futuro. Pero crece y crece y depende de sus dueños y los límites que tome (cierta moral que no todo tiene que ser de un solo dueño para generar competencia), saber si el futuro de Facebook es bueno para todos o sólo bueno para sus accionistas y los que saben invertir y cobrar de él. Esos políticos con planes para separar. Esas personas con estrategias para dividir. Esos que sólo hablan cosas que agradan a otros. Ellos son muy Facebook. Ellos son los que se han beneficiado y nosotros estamos atrapados en la nube azul dependiente de él. Para que nos vean, compartan y escuchen. Para ser relevantes.
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