- Analista internacional
Una caravana encabezada por Juan Guaidó, el autoproclamado presidente encargado, viaja a la ciudad colombiana de Cúcuta. Allí convergerán decenas de miles de venezolanos residentes en Colombia y los participantes de la caravana. El propósito del encuentro, al que asistirán presidentes de algunos países de la región y artistas que brindarán un concierto, es exigir que se permita el ingreso de ayuda humanitaria para asistir con víveres y medicinas a la población venezolana. El gobierno del presidente Nicolás Maduro rechaza la ayuda. Es, a su juicio, una maniobra estadounidense para desplazarlo del poder.
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El régimen chavista está desde hace mucho en la mira de Washington. Pero esta semana, en Miami, el presidente Donald Trump dio una suerte de ultimátum: las fuerzas armadas venezolanas, que constituyen un pilar central del gobierno, deben abandonar al régimen o lo perderán todo. La señal que espera Trump es que los militares desobedezcan sus órdenes dejando pasar la ayuda y se sumen a Guaidó.
Está a la vista que la economía venezolana está desquiciada. Hay una inflación galopante y el desabastecimiento martiriza a la población. Unos tres millones de venezolanos han votado con los pies dejando el país. En el plano político el gobierno cruzó una línea roja al desconocer al democráticamente electo parlamento, la Asamblea Nacional. Pese a su gravedad, lo que vive Venezuela no constituye una crisis humanitaria. Esta condición corresponde, según Naciones Unidas, a un país donde no se respeta la integridad física y cívica de sectores de la población. Esto es la exterminación física de determinados grupos étnicos o de opositores. Ante semejante amenaza cabe invocar una intervención humanitaria. La primera intervención bajo el rótulo de humanitaria fue contra la Serbia de Slobodan Milosevic, en marzo de 1999. El ataque de la Otan, para proteger a la población kosovar de un presunto genocidio, no contó con la aprobación de Naciones Unidas.
Estados Unidos lidera la campaña por una intervención en Venezuela y esgrime como motivación ayudar a los sufrientes venezolanos. Para ello ha desplegado a grandes cargueros de su fuerza área. Más importante aún, ha logrado que varios gobiernos latinoamericanos confluyan con su apoyo diplomático y político.
El gobierno venezolano, a su vez, denuncia que está ante un intento de golpe de estado que incluso puede derivar en una invasión. Para Maduro, el motivo de la campaña es apoderarse de las reservas petroleras del país, las más importantes de mundo. Con el crudo venezolano en su poder, Washington y también la Unión Europea, tendrían mayor margen de maniobra en el Medio Oriente. En estos momentos los militares venezolanos tienen la última palabra.
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