- Comunicador multifacético, experto en marketing y redes sociales y emprendedor por naturaleza.
No hay nada mejor que ir a terapia para mirarse desde afuera. Si hay algo que recomiendo, es tomarla. Básicamente, ir a terapia sicológica es descubrir los patrones. En general nos equivocamos, pero hay veces en que repetimos la forma. Volvemos al problema. Es la “zona de confort” secreta de nuestras cabezas. Es incómodo, pero nos gusta. Y lo peor es que no nos damos cuenta.
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Una de las cosas que aprendí en terapia fue el concepto de ansiedad social. Esa idea de ir a una fiesta y sentir demasiada información y compartir e, incluso, llegar a incomodar, porque uno siente que tiene que hacerlo. Una imbecilidad por supuesto. Divertida, pero inútil.
Nadie está libre de ser un imbécil. Robert Sutton, profesor de Stanford, se ha encargado de responder esta pregunta: “¿Por qué nos comportamos como unos pelotudos?”. En 2010 escribió un libro para sobrevivir a los pesados, llamado “The no asshole rule”, y se trata de cómo no rodearse de personas desagradables.
Una de las cosas más interesantes del libro es que uno puede serlo sin darse cuenta. O sea, nadie está libre de ser un imbécil. Sutton dice que hay imbéciles temporales y certificados. Los segundos se complacen de que te sientas herido. Esos son los que quedan en los libros.
“Si insultas a casi todo el mundo, se te devolverá”. La gente que califica en esos códigos es simple de identificar: toda persona que te hace sentir degradado, desernegizado y sucio, es imbécil. Los que te hacen sentir no respetado u oprimido. Finalmente, es ese ser que no piensa en el otro, en la continuidad del día de esa otra persona. En que al final del día los pensamientos se repiten.
Hay personas que no lo controlan, y ser imbécil es contagioso. Estamos en una sociedad donde ser poco amable está bien visto y ser buena onda es sospechoso. Esto es una tontería, porque necesitamos de los otros, somos el otro. Nos encontramos con ellos y nos reflejamos. En especial, en esta sociedad horizontal donde el liderazgo siempre está mal visto y es motivo automático de crítica. Por lo demás, si dañas a los otros y no tienes control de esto, te estás perdiendo a los buenos elementos. Los que se sienten abusados, tienden a irse.
¿Cómo evitarlos? El profesor Sutton da un buen diagnóstico: ignóralos. No los invites. Trata de arrancarte de ellos. Y si uno es así, debe ser consciente y saber que hay situaciones que nos convierten en tontos, por ejemplo, no dormir. Estar cansado y con prisa es sinónimo de ser un tonto. Y es bueno por eso tener gente alrededor que nos avise cuando lo somos. Nos hace mejores.
Hay quienes no creen en esto y han terminado confundiendo las series de Netflix con la ficción, transformándose en villanos por opción. “Edgelords”, como dice el slang de internet. Y sólo se van aislando, porque el resto ya nos hemos dado cuenta de la estrategia y no estamos dispuestos a ser eternamente pateados por la actitud negativa y pendenciera de quien no ha podido dejar de ser adicto a lo más pueril y simplón del mundo. La inútil y singular tontera.
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