* Analista internacional
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Otro récord: este junio fue el más caluroso jamás registrado en Europa. Al otro lado del Atlántico, en el Amazonas brasileño, no es el batir de alas de mariposas sino que el rugido de las máquinas topadoras el que altera los ánimos. La mayor selva tropical del planeta desaparece a velocidad galopante. Eliane Brum, una reconocida periodista brasileña, señala que la deforestación “en 2019, mayo mostró un aumento del 34% con relación al de 2018: en sólo un mes desaparecieron 739 kilómetros cuadrados de selva, el equivalente a dos canchas de fútbol por minuto”. Es un tema que preocupa a todos, pues la región, calificada como el pulmón del mundo, genera 20% del oxígeno del planeta. Como tal, es clave en la absorción del CO2, el principal gas de efecto invernadero, causante del calentamiento global.
La situación ha empeorado drásticamente desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia hace seis meses. A lo largo de su campaña electoral dejó claro que favorecía la apertura de la región a empresas ganaderas, madereras y mineras antes que su conservación. Ello, en territorios que, en muchos casos, corresponden a tierras protegidas de pueblos indígenas.
En la reciente reunión del G-20, en Japón, Bolsonaro apoyó con el resto de los participantes los Acuerdos de París, de 2015, para combatir el cambio climático. Lo hizo abandonando al presidente Donald Trump, con quien tiene gran afinidad política. Comparte además con él el escepticismo sobre el calentamiento global. Pese a ello, dejó a Estados Unidos aislado en la declaración final de la cumbre. Era la condición que le fijó la Unión Europea (UE) para la firma de un tratado de libre comercio con el Mercosur, en que participan Brasil y Argentina, entre otros. Como estaba previsto, el 28 de junio la UE y el Mercosur rubricaron el acuerdo que ha sido negociado durante dos décadas. Chile se desgajó del Mercosur y firmó su propio tratado en 2003.
Los ecologistas europeos, representados por los ascendentes partidos verdes, han advertido que impedirán la ratificación del tratado a menos que Brasil dé garantías de preservar la Amazonía y respetar a las poblaciones indígenas. A su vez, François de Rugy, ministro francés de Transición Ecológica y Solidaria, apuntó que el tratado comercial “no ha sido ratificado aún, y no lo será a menos que Brasil respete sus compromisos…No habrá ratificación si Brasil continúa con la deforestación” en el Amazonas, advirtió Rugy.
El general ( r) Augusto Heleno, ministro del Gabinete de Seguridad Institucional y que se desempeñó como jefe del Comando Militar de la Amazonia, respondió desafiante: “¿Quién tiene moral para hablar de la conservación del medio ambiente de Brasil?”. Es una repuesta riesgosa para Brasilia. Hace algunas décadas en Estados Unidos se postuló convertir a la Amazonia en patrimonio de la humanidad.
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