* Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista en Radio Cooperativa.
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En los estrenos de la semana la labor de sus actores es fundamental, ya sea por el carisma, el talento, o definitivamente por ambos. Incluso en el blockbuster de turno, «Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw», spin-off de la exitosa franquicia que entre 2001 y 2017, a través de ocho largometrajes, ha ido sumando más y más adeptos. Dwayne Johnson («La Roca») y Jason Statham repiten roles de anteriores entregas y tienen buena química como la clásica dupla que se lleva pésimo, pero está obligada a trabajar juntos, Idris Elba es un poderoso villano y hay breves apariciones de actores como Helen Mirren y Ryan Reynolds. Las situaciones son inverosímiles, pero el espectador sabe a lo que va, y sale recompensado: es entretenida, con espectaculares escenas de acción y mucho humor.
El director británico James Marsh ha abordado en distintas ocasiones la realidad como inspiración para sus películas, ya sea en documentales como el ganador del Oscar «Man on Wire» o en producciones de ficción como la elogiada «La teoría del todo». Ahora regresa con su más reciente producción, «El rey de los ladrones», en la que vuelve a inspirarse en hechos reales, para contar la historia de un audaz y millonario robo realizado por un grupo de ancianos. Este tipo de tramas se está convirtiendo a estas alturas en un verdadero subgénero fílmico de los últimos años, convocando a prestigiosos elencos de veteranas figuras, aunque generalmente los resultados no llegan demasiado lejos. Tampoco lo consigue acá Marsh, quien nunca parece encontrar el tono preciso, a medio camino entre la ligereza de una suerte de patética comedia y una clásica intriga policial; el resultado es un poco monótono y plano y el ritmo es irregular, aunque el desencantado desenlace es al menos un poco más efectivo, y si el conjunto igual puede resaltar es por la labor del grupo de ilustres actores ingleses convocados, encabezados por el octogenario y siempre sólido Michael Caine.
Por otro lado, así como se aprecia el talento de actores a los que desde hace décadas hemos visto en la pantalla, ¡qué grato es dejarse cautivar por la labor interpretativa de alguien a quien no ubicamos de antes! Es lo que pasa con la notable caracterización de Marcello Fonte en el rol protagónico de «Dogman», también basada en una historia real y por la cual el año pasado fue merecidamente elegido mejor actor en la competencia oficial del Festival de Cannes, justo una década después de que el director del filme, el italiano Matteo Garrone, fuera premiado ahí mismo con su comentada «Gomorra». Son admirables la manera en que Garrone filma las locaciones y conduce su relato, el naturalismo con que retrata a los personajes y situaciones y la forma en que consigue transmitir al espectador la tensión y sensación de acorralamiento de su protagonista, enfrentado a una difícil encrucijada. Esos planos en que la cámara se concentra en el rostro de Fonte, permitiéndonos intuir su complejo conflicto interno, son un enorme mérito del actor y su director.
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