Opinión

El pasado a la vuelta de la esquina

* Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista en Radio Cooperativa.

Si bien se había mantenido activo con elogiadas producciones televisivas como la emotiva «Ecos del desierto» y «Ramona», había pasado casi una década desde que Andrés Wood no estrenaba una nueva película. Y su séptimo largometraje, «Araña», confirma que valió la pena la espera, porque en su regreso al cine, el que sin duda es uno de los directores chilenos más talentosos y reconocidos, ofrece el que se puede considerar como su trabajo más ambicioso y, de cierta manera, arriesgado. Menos masivo y transversal que «Machuca» y «Violeta se fue a los cielos», pero a la vez más maduro y complejo.

Wood vuelve a bucear en el pasado histórico chileno, pero por primera vez lo alterna y entrelaza directamente con el presente, gracias al inteligente y elaborado guion de Guillermo Calderón, que define bien a sus personajes sin juzgarlos, pero de todos modos asumiendo un punto de vista, aunque hay detalles en las motivaciones de sus protagonistas que quizá se pudieron profundizar más. Los ecos del triángulo amoroso de tres integrantes de Patria y Libertad durante los años de la Unidad Popular van más allá de lo privado y personal, porque sus ramificaciones terminan funcionando como un reflejo del Chile actual (lo que de cierta manera la conecta más con «La fiebre del loco» y «La buena vida»), que probablemente sea incómodo y perturbador para muchos espectadores, pero a la vez es valioso y necesario. Porque es una realidad que el cine local no había explorado en estas aristas, y se siente más probable de lo que muchos querrían reconocer.

Como es habitual en el cine de Wood, hay un sólido trabajo de dirección de actores, con algunas interpretaciones muy logradas, y todos los apartados artísticos y técnicos están muy cuidados, destacando especialmente la ambientación de época y la fotografía. Con un tono de tristeza y melancolía que aparece intermitentemente como en sus mejores trabajos, manejando por primera vez los hilos y recursos del thriller, abordando una vez más las diferencias sociales, en «Araña» el realizador nos deja con más preguntas que respuestas, y probablemente genere divergencias en el público. Pero su atmósfera enrarecida e inquietante sabe sintonizar muy bien con el Chile de hoy, en el que el pasado aparentemente superado puede estar en verdad a la vuelta de la esquina. Y la sensación de desazón cala hondo.

Historias de miedo para contar en la oscuridad

Basado en la trilogía de libros que se inició en 1981 con el texto homónimo, este largometraje del realizador noruego André Øvredal -de quien en 2017 se estrenó por estos lados «La morgue»- asusta menos de lo que podrían esperar los fanáticos del género, quizá porque su público preferencial sean espectadores más juveniles, pero al margen de ser bastante convencional en la forma y más allá de su escaso voltaje terrorífico e incluso volverse algo monótona a ratos, igual entretiene y tiene una atractiva ambientación en el Estados Unidos de 1968. Y considerando que su productor es Guillermo del Toro, no es de extrañar que el diseño de los monstruos sea muy logrado a nivel visual.

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