* Analista internacional
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¿Cómo fue ejecutado el ataque contra las instalaciones petroleras saudíes? La batalla de las versiones recién empieza. Los rebeldes hutíes, que combaten en Yemen contra una coalición encabezada por Arabia Saudita, reclaman la autoría del devastador bombardeo a Abqaiq, el mayor centro de refinación petrolero y gasífero del mundo, así como el yacimiento de Khurais. Washington y Riad señalan que decenas de drones -más preciso hablar de aparatos no tripulados- junto a misiles cruceros fueron disparados desde Irán y el sur de Irak. Los iraníes, por su parte, apoyan a los combatientes hutíes pero niegan toda participación en la operación bélica.
Lo concreto es que, desde un punto de vista militar, el ataque fue un golpe maestro que marca un antes y un después. Con muy limitados medios logró mermar a la mitad la producción petrolera saudí. La agresión no dejó bajas entre trabajadores de las plantas y los atacantes no corrieron riesgo alguno. Si se hubiese tratado de un comando pudieron caer prisioneros. Más aun, allí donde sangre es derramada cambia el calibre de la respuesta.
Las sospechas, en todo caso, apuntan a que la devastadora acción fue auspiciada por Irán. Teherán advirtió que si se impedía la exportación de su petróleo, lo que hoy ocurre debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos, ningún país de la región podría hacerlo sin correr riesgos. Hoy Irán recurre a la consabida “negación plausible”. El dedo acusador apunta a nosotros sí, no basta con citar “fuentes de inteligencia”, pero enséñennos la pistola humeante.
Sea quien sea el atacante, éste consiguió penetrar las defensas saudíes y estadounidenses en las que se invirtieron miles de millones de dólares. Arabia Saudita tiene el tercer presupuesto de defensa más alto del mundo, 67,7 mil millones dólares, solo superado por Estados Unidos y China. Los saudíes destinan un exorbitante 8,8 por ciento del producto interno bruto a sus aprestos bélicos. Para explicar el colosal fallo de los sistemas de alerta, en un momento de máxima tensión en el Golfo Pérsico, se señala que las defensas estaban orientas al sur del país. El ataque habría provenido desde el norte.
El corazón de la economía saudí fue alcanzado sin impedimentos. Washington habla de una “ataque contra la economía global”. El 11 de septiembre del 2001 un pequeño comando de jihadistas secuestraron aviones y atacaron las Torres Gemelas y el Pentágono. Abrió entonces un largo capítulo de lucha contra el terrorismo. Hasta ahora Estados Unidos y pocos países desarrollados han utilizado los aparatos no tripulados para atacar profundo en territorios hostiles sin temor a perder pilotos. Ahora la cancha se emparejado. Países sin gran desarrollo tecnológico, actores no estatales e incluso grupos terroristas pueden emplear las armas que han dejado en jaque a los saudíes.
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