André-Pierre Gignac abandonaba enfurecido la cancha, donde el resto de sus compañeros esperaban sentados y cabizbajos la premiación. Justo en ese momento, la Monumental azulcrema desplegaba un mosaico japonés.
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André-Pierre Gignac abandonaba enfurecido la cancha, donde el resto de sus compañeros esperaban sentados y cabizbajos la premiación. Justo en ese momento, la Monumental azulcrema desplegaba un mosaico japonés.
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