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Este fin de semana se multiplicaban en Argentina y en el mundo las expresiones de pesar por el fallecimiento del escritor argentino Ricardo Piglia, dueño de un irrepetible estilo que lo convirtió en uno de los autores imprescindibles de la narrativa latinoamericana.
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El artista, qiuen falleció en la capital argentina, sufría esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Creó importantes títulos de la literatura contemporánea, como «Respiración Artificial», «Crítica y ficción», «Formas breves», «Plata quemada», «Blanco nocturno» y «El camino de Ida». Su obra saltó a la pantalla grande con la novela «Plata Quemada», ganadora del Premio Planeta en 1997 y adaptada al cine en el 2000, bajo la dirección de Marcelo Piñeyro. El filme se quedó con el premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana.
«Se murió Ricardo Piglia: tanta tristeza», escribió en Twitter el periodista y escritor trasandino Martín Caparrós en un tuit, acompañado, a manera de homenaje, por un texto que le dedicó en 2015.
Su casa editorial, Anagrama, se sumó a través de la misma red social «a la tristeza por la muerte de Ricardo Piglia, para la que no tenemos más consuelo que su escritura».
«»Todas las historias del mundo se tejen con la trama de nuestra propia vida’. Se fue Ricardo Piglia, nos queda Emilio Renzi», lamentó el Ministerio de Cultura de Argentina, aludiendo al personaje que aparece y reaparece en las novelas del fallecido escritor.
Lector, crítico, editor, guionista, profesor y narrador, Piglia nació en Adrogué, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, el 24 de noviembre de 1941. Se formó en la carrera de Historia de la Universidad Nacional de La Plata, a 60 kilómetros de Buenos Aires, y trabajó en distintas editoriales.
Su obra fue reconocida en una larga lista de reconocimientos, que incluyen el Premio Rómulo Gallegos (2011), el Formentor de las Letras (2015) y el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas (2013).
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Junto a su carrera literaria, el autor fue profesor en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Princeton y la Universidad de California en Davis. Pese a que la enfermedad que padecía debilitó progresiva e irremediablemente su cuerpo, hasta el último momento mantuvo la lucidez intelectual y creativa que caracterizaron toda su obra.